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Necesitamos más ‘luises’

Por: Alberto Cagigas
Granalu, La Brasería de Cuéllar, Terrabuey, empresa familiar.
Luis consolidó un grupo empresarial hoy en día constituido por Granalu, la Brasería de Cuéllar; y Terrabuey.

Conocí a Luis de casualidad y generoso me contó una historia personal que quiero compartir con usted, querido lector, por ser inspiradora y por reflejar el empuje de las dinámicas estirpes que aún pueblan la España vaciada ignoradas por unos urbanitas, entre los que me incluyo, que sólo nos acercamos a esas tierras baldías con mentalidad de domingueros resabidos.

Abandonó la escuela a los 12 años para apoyar la precaria economía doméstica de una familia con 4 hijos en una España a blanco y negro y del NO-DO que salía de la autarquía para aplicar tímidamente medidas del denominado franquismo desarrollista. A esa corta edad, empezó a trabajar en un aserradero durante 3 meses con horarios de más de 12 horas, después pasó a ser pinche en una carrocería (entre otras tareas llevando agua y bocadillos, no piensen en una FP Dual) y allí, después de su dilatada jornada laboral, aprendió él solo un oficio como el de soldador con el que ganarse el pan. 

A los 29 años, y con 84.000 pesetas de aquel entonces, decide montar su propio negocio y ubica su taller en un pajar de un pueblo porque no se podía permitir una inversión mayor. Luego se traslada a una nave en Sanchoñuno (Segovia) en la que por trámites burocráticos aún no había conexión a la red eléctrica, por lo que se tiene que valer de un generador para poder atender los primeros pedidos.

Sin estudios, ni idiomas, ni másters, pero con una gran capacidad de trabajo, intuición, inteligencia natural y visión de negocio al reinvertir todos los beneficios para hacer crecer su empresa, lo que costó que sus 2 socios se quedaran por el camino pues eran partidarios de repartir todos los dividendos, Luis consolidó un grupo empresarial hoy en día constituido por Granalu, líder en España en la fabricación de semirremolques de aluminio al controlar una cuota de mercado del 35% y con exportaciones estables en 8 países; La Brasería de Cuéllar; y Terrabuey, ubicada en la citada localidad segoviana y que es la mayor finca de bueyes de España donde ha inventado el bueyturismo.

Segunda generación

En la actualidad, la segunda generación (Alberto y Jorge) lleva las riendas de los negocios, porque Luis entiende que este mundo tan globalizado y tecnificado empieza a no ser el suyo, en el que se bastaba con su buena memoria para gestionar la fábrica. Ahora ejerce de consejero áulico, sin inmiscuirse en el día a día de sus sucesores, y como él dice, ejerciendo de traidor (“trae esto, trae lo otro, vete a por aquello”). Ningún gurú sobre la sucesión de las empresas familiares le ha explicado cómo ceder los bártulos; él, como toda su vida, emplea el sentido común, aquél que le lleva aplicar una máxima a la hora de negociar con clientes y proveedores: “yo nunca miento, siempre digo la verdad, eso sí, no toda la verdad”

En su ágil conversación salpicada de anécdotas nunca aparecen anglicismos como know-how, target, management o business to business, pero dicta sentencias de una lógica aplastante: “las empresas no las hace el dinero, sino las personas, por eso siempre hay que fichar a los mejores en lo suyo y pagarles en consecuencia”.

Ejemplo

Luis es un ejemplo para esos miles de alumnos de FP o jóvenes que apenas han podido acabar sus estudios, para que entiendan que emprender es otra opción vital y que la falta de cualificación, incluso en una sociedad tan tecnológica como la nuestra, se puede suplir con arrojo y esfuerzo, eso sí, sin atajos falsos, sino con mucho trabajo. Esta alternativa siempre es mejor que conformarse con una vida subvencionada por el Estado o costeada por tus allegados. Y su historia también es un modelo para buscar una salida a la España vaciada, que desde luego no se dinamizará con las políticas económicas diseñadas por  burócratas en despachos ubicados a cientos de kilómetros del mundo rural.

Según la célebre frase de Miguel Delibes, “si el cielo de Castilla es alto es porque lo habrán levantado los campesinos de tanto mirarlo”. Ese mismo cielo también tiene un horizonte amplio y limpio para poder albergar a empresarios rurales como Luis Guijarro, cuya capacidad de trabajo y pasión no les cabría en las estrecheces del constreñido paisaje urbanita. 

Castilla y León Económica

2 comentarios

  1. Gracias Alberto.
    Es una

    Gracias Alberto.
    Es una excelente explicación de como hay personas que creen de verdad que pueden lograr sus objetivos. Un saludo

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