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Una tabla de salvación

Por: Alberto Cagigas
Estatua de Atlas que preside el Rockefeller Center de Nueva York.
Estatua de Atlas que preside el Rockefeller Center de Nueva York.

En una España donde cada día se agrieta más el sistema democrático salido de la mitificada Transición, con una corrupción pandémica en los principales partidos, una separación de poderes quimérica, unas instituciones en las que ya muy pocos creen por las fechorías cometidas impunemente y el desafío de unos nacionalismos inflamados ante la débil respuesta del Estado, la lectura de La rebelión de Atlas, de Ayn Rand, se convierte en una tabla de salvación para mantenerse a flote en este lento naufragio.

Parados, trabajadores, funcionarios, estudiantes y jubilados asisten atónitos a los casos, un día sí y otro también, del saqueo de los fondos públicos en un país donde cada día se exige un nuevo sacrificio a los ciudadanos para intentar apuntalar la débil recuperación económica. A unos, la mayoría, se les impone apretarse el cinturón, ver reducidas sus prestaciones sociales y soportar una mayor presión fiscal; y a otros, a los de la casta extractiva de rentas y sus grupos adláteres, no sólo se les consiente el pillaje, sino que en algunos casos se les protege. Las condenas, si llegan, son tan laxas que siempre merece la pena intentar la tropelía, y así nos va.

Empresarios y autónomos

La situación es más desesperante para los empresarios y autónomos, que no sólo sufren como ciudadanos los desmanes de este régimen, sino que además en su actividad económica tienen que aguantar mayores cargas tributarias, inseguridad jurídica, fractura del mercado interno, sobrecarga de normativas, excesiva burocracia, dificultades para acceder a la financiación externa, incumplimiento de la Ley de Morosidad incluso por parte de las propias administraciones o subidas constantes de costes como el de la energía por las nefastas políticas.

Esta coyuntura de deterioro progresivo, que está sirviendo de caldo de cultivo para que surjan alternativas políticas que ya pensábamos superadas por las fatídicas consecuencias que provocaron en las sociedades donde se implantaron, me recuerda a la situación descrita por Ayn Rand, filósofa y escritora estadounidense de origen ruso, en su obra cumbre La rebelión de Atlas, donde describe cómo un grupo de destacados empresarios se rebelan contra un sistema político que cada vez les oprime más.

Héroes

Este complejo y vasto libro aborda muchos más temas (economía, amor, ética, filosofía, política), pero desde el principio llama la atención porque los protagonistas, los héroes, son los hombres de negocio que con su tesón e intuición logran el desarrollo de una sociedad. Es un canto a la libertad, al imperio de la razón, a la iniciativa empresarial, a la creatividad humana, al espíritu de superación y a la fuerza del emprendimiento, incluso en las condiciones más adversas.

Esta obra publicada en 1957 por una intelectual obligada al exilio por la asfixia del comunismo soviético contiene atinadas sentencias que nos invitan a reflexionar, sobre todo en momentos convulsos como los actuales: “sólo existe una clase de depravación humana: carecer de metas”, “el espectáculo de un logro es el mayor regalo que un ser humano puede ofrecer a otro”, “la gente bendecirá y seguirá a quien le ofrezca una justificación para no pensar, alguien que convierta su debilidad en una virtud de gran altura intelectual”, “quienes ocupan un lugar secundario en la vida están dominados por el odio hacia los logros de los demás”, “cuando vea que el comercio se hace, no por consentimiento de las partes, sino por coerción; cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare en que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada”, “no existen los pensamiento malvados, excepto uno solo: el de no querer pensar”, “ciertas personas creen que la mediocridad es más segura”.

En una época en la que empresarios y lectores me transmiten su desánimo, no sólo por los duros años de la crisis y la muy débil recuperación económica, sino también por el lodazal de las instituciones públicas, leer a Ayn Rand sirve para recordarnos que merece la pena mantener el esfuerzo individual, la fe en tus metas, la ilusión de acometer nuevos retos y la satisfacción de pensar que al menos lo intentas pese a la hostilidad de un entorno que desalienta la iniciativa privada.

12 comentarios

  1. ¡¡¡Enhorabuena!!!, por tu valentía. Eso sí, te salva de la hoguera que los pirómanos no conocen ni el libro ni a la autora que si no… ¡os quemaban juntos!, jajaja.
    Una curiosidad: se dice del libro que mencionas que, tras la Biblia, es el más influyente en EE.UU. Sin embargo, en España es casi imposible de encontrar.
    Sin destripar el final, Alberto, dinos todo lo que sabes:
    ¿Dónde está John Galt? ¿Dónde crees que ha podido ir? Por hacer unas reservas…

    1. Hola Ángel: El libro te lo pueden localizar y pedir en una buena librería. Respecto John Galt, no pienso decir nada sobre este gran personaje, que sale en el libro antes de lo que uno intuye al principio. Lee el libro, con tiempo y paciencia pues es muy extenso y algunas páginas son más propias de un libro de filosofía que de una novela, por lo que requiere leerlas un par de veces (al menos en mi caso). Al final, puede que tú también te dejes influir por las enseñanzas de John Galt. Un abrazo y gracias por participar en este post.

  2. ENHORABUENA ALBERTO, ¿que bien enganchas con la introducción a la lectura de tu artículo y a que nos animemos a la “rebelión del atlas”. !!! Verdades como castillos!!! Gracias

  3. Hace un tiempo que creo que en este blog hiciste otra referencia a Ayn Rand y comenté que uno de los libros que más me habían impresionado en mi adolescencia como paradigma de lo que ahora llamamos “superación personal” fue El Manantial. La autora era un pozo de sabiduría. Sin embargo el latrocinio que permanentemente vemos en los medios de comunicación viene de mucho antes. Esta frase es atribuida a Cicerón ..”El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida,
    la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada, controlada, y la ayuda a otros países debe eliminarse, para que Roma no vaya a la bancarrota.
    La gente debe aprender nuevamente a trabajar,
    en lugar de vivir a costa del Estado.”… que vivió hace más de 2000 años. Este problema no es nuevo, está asociado al poder…”Donde hay poder, hay corrupción” (cita reciente de Jordi Pujol, experto en el tema)…en consecuencia la UNICA medida de lucha contra la corrupción que tiene sentido es la limitación del tiempo en el poder. No evitará la corrupción, pero limitará su cuantía y consecuencias. Y pienso que nos falta mucho por ver también aquí, en nuestra tierra. Demasiados años en el poder las mismas personas. Un saludo.

    1. Hola Miguel Ángel: Muchas gracias por tu comentario, que es en sí mismo un post muy interesante por las citas tan oportunas que reflejas y por las conclusiones. Espero que no terminemos como el Imperio Romano, fraccionado y arruinado. Un abrazo.

      1. Me temo que vamos camino de ello….o votamos todos a Podemos y en vez de ir caminando nos empujan por el acantilado.

  4. Alberto, la verdad es que me surge una duda, no se si el párrafo que pones corresponde a una exiliada del comunismo soviético, o es un reflexión emitida por uno de los miles de jóvenes que han sido obligados a abandonar España los últimos años.

    1. Hola Juan Manuel: Pues como muy dices, puede haber sido escrito por Ayn Rand o por uno de nuestros jóvenes exiliados en la España actual. Un abrazo y gracias por participar en este post.

  5. Hola de nuevo, Alberto,
    ahora que este blog quedará tapado por el más actual, aprovecho para decirte que precisamente por haber leído el libro es por lo que te hacía la pregunta de dónde está John Galt. Como recordarás, la pregunta en el libro es ¿Quién es John Galt?. Esa respuesta ya me la sé. Y como tú eres un hombre viajado y con buenos contactos, pretendía ir un poco más allá, pero intento explicarme mejor: ¿Dónde crees que podría meterse hoy en día un John Galt cualquiera? Te doy el planeta Tierra como límite… jejeje.
    Un saludo.

    1. Hola Ángel: Hoy en día un John Galt no se escondería, seguiría con sus proyectos pese a la adversidad del entorno. Conozco a muchísimos John Galt que siguen con sus empresas, luchando día a día, en una coyuntura marcada por la peor crisis que hemos conocido. Un abrazo.

  6. Apreciado Alberto,
    estoy de acuerdo contigo. Hay muchos y buenos. Y, mucho me temo, la mayoría haría lo que hizo el original si hubiera respuesta para ese dónde por el que te preguntaba. Como bien decía nuestro amigo, eso no sería esconderse si no defenderse de los saqueadores.

    Un saludo cordial.

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