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La aeronáutica Aciturri invertirá 21 millones en su nueva planta de motores de Miranda de Ebro

La empresa familiar generará 200 puestos de trabajo en la localidad burgalesa, donde ya emplea a más de 500 personas
Ginés Clemente, consejero delegado y fundador de Aciturri.
Ginés Clemente, consejero delegado y fundador de Aciturri.

No es tarea sencilla encontrar a Ginés Clemente, consejero delegado y fundador de Aciturri, en su cuartel general de Miranda de Ebro, localidad burgalesa de donde es originario y donde también hunde sus raíces su empresa familiar, que ha redoblado su apuesta por el municipio que la vio nacer con la implantación de su nuevo centro de producción del área de motores, una instalación en la que invertirá 21 millones de euros en el período 2016-20 y que generará 200 puestos de trabajo, con 100 personas ya incorporadas en funciones de ingeniería, gestión de programas y producción.

En total, más de 500 familias dependen de Aciturri en Miranda de Ebro, una urbe que en los últimos tiempos ha recibido varios varapalos en forma de cierre o huida de algunas de las empresas que más empleo generaban en la zona.

La nueva planta se asienta en el Polígono Industrial de Ircio, sobre una superficie de 8.500 metros cuadrados, si bien la parcela dispone de 45.000 metros cuadrados, lo que permite futuras ampliaciones. Con este nuevo centro de producción, Aciturri no solo potencia una actividad en el área de motor que ha desarrollado tradicionalmente, ya que fue su primer contacto con el mundo aeronáutico, sino que también le permite una diversificación.

¿Por qué ahora? Clemente asegura que en este momento “hay una oportunidad en el mundo del motor, hay muchísimo trabajo. Nosotros venimos de ese mundo. Apostar por este segmento nos permite acometer una diversificación tecnológica, comercial e industrial que necesitamos. A eso se suma la conveniencia de dotar a nuestras empresas de un proyecto y de una renovación tecnológica”.

El crecimiento de la compañía en este negocio se sustenta sobre contratos anteriores, como los adjudicados en la familia de motor Trent de Rolls Royce; así como en nuevos proyectos para las distintas variantes del propulsor Leap, desarrollado por CFM International, una joint venture creada por la estadounidense General Electric y la francesa Snecma, que equipará los aviones de pasillo único de Airbus (A320neo), Boeing (B737 MAX) y la china Comac (C919).

Objetivos

2017 fue un año de crecimiento para Aciturri, que ha cumplido con sus objetivos y presupuestos. La compañía, a falta del cierre de sus cuentas, situó su cifra de negocio en el entorno de los 300 millones de euros el pasado año, cerca de un 10% más, ya que en 2016 su facturación fue de 271 millones, con una plantilla de 1.446 personas en el último ejercicio, más de la mitad de las cuales trabajan en Castilla y León. La previsión recogida en su plan estratégico apunta a alcanzar unas ventas de 400 millones al término de 2020.

Y su consejero delegado va más allá al asegurar que quieren multiplicar por 2 o por 3 su facturación “en el menor tiempo posible”. Clemente insiste en la necesidad de crecimiento y afianzar la competitividad de la compañía para hacerla sostenible a largo plazo. “Venimos de un crecimiento continuado y en los próximos 2 ó 3 años los porcentajes de incremento no serán tan elevados, tenemos que consolidar nuestros procesos, pero no hay que perder el objetivo de seguir creciendo. También estamos analizando operaciones corporativas para crecer de forma exógena”.

Obsesión por crecer

Uno de los principales anhelos del consejero delegado de Aciturri es ver a su empresa “con la talla suficiente para ser una de las compañías más importantes del mundo en el sector aeronáutico. De ahí mi obsesión por crecer y mantener el nivel de competitividad de Aciturri y el grado de compromiso de nuestra plantilla”.

Los grandes hitos cumplidos en 2017, recogidos en su plan estratégico, han sido la mejora de procesos, la consolidación de su presencia en Portugal, la apertura de nuevos mercados y la ya mencionada inversión en la fábrica de  piezas de motor de Miranda.

Aunque Aciturri trabaja para Airbus, Boeing o Embraer, más del 60% de su cartera de pedidos corresponde a la primera. Recientemente el fabricante aeronáutico reconoció la necesidad de conseguir nuevos pedidos de su A-380, el avión más grande del mundo. Esta noticia no genera inquietud en Aciturri. Clemente admite que “todo lo que pase en el sector aeronáutico, bueno y malo, tiene repercusión en Aciturri. El A-380 es un magnífico avión y un gran proyecto que será un éxito; y de hecho ya lo es. Pero le está costando alcanzar velocidad de crucero, porque es un aeronave de grandes prestaciones. Si le damos el tiempo necesario para que se consolide, será un gran proyecto. Somos socios de riesgo de Airbus en éste y otros proyectos. Ahora toca aguantar y acompañarles. De hecho, recientemente se han vendido 36 unidades a Emirates. Esto nos garantiza pedidos para varios años”.

No obstante, entre los objetivos de su plan estratégico se encuentra ganar cuota de mercado con Airbus y otros clientes. “Estamos en muy buen camino, pero es un proceso que implica años de trabajo. La apuesta por el área de motor también va encaminada en esta dirección”, precisa Clemente.

Los puntos neurálgicos que Aciturri tiene marcados en su mapa mundi son EE UU, Asia y Emiratos Árabes, “que es donde se está desarrollando el sector y por lo tanto allí tenemos que estar”, matiza el alma mater de esta empresa.

La ayuda de Caja de Burgos

Clemente compagina su trabajo al frente de la compañía con la presidencia de la Fundación Caja de Burgos. “Es justo hacer un poco de historia. Caja de Burgos está detrás del crecimiento de muchas empresas, entre ellas Aciturri, que es lo que es hoy porque en 2007 Caja de Burgos entró a formar parte de nuestro capital social y nos ayudó a modernizar la gestión, a desarrollarnos, a crecer, a comprar con el Grupo Aries, a ver el mundo con otra ambición y a ver que era importante que creciéramos y adquiriésemos tamaño. No quiero pecar de exagerado, pero si todo eso no hubiera pasado, el Grupo Aciturri quizá hoy no existiría”.

Clemente sostiene que las circunstancias “provocaron que perdiéramos una buena herramienta de ayuda al crecimiento de las empresas, pero como Fundación Caja de Burgos se mantiene una parte esencial del proyecto, de servicio a las empresas y a la obra social y cultural”.

Más información en el número de marzo de Castilla y León Económica

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