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Plaspisa invierte 25 millones en una década para cuadruplicar sus instalaciones y adaptarse a los requerimientos del sector alimentario

La empresa de embalaje palentina, que cuenta con el certificado BRC, triplica su facturación desde 2004 hasta los 15,5 millones
Instalaciones de Plaspisa en Alar del Rey, en el norte de la provincia de Palenc
Instalaciones de Plaspisa en Alar del Rey, en el norte de la provincia de Palencia.

Primero fue la inversión de diez millones de euros ejecutada entre 2008 y 2010, coincidiendo con la entrada en el negocio de la tercera generación, con el objetivo de duplicar las instalaciones que por aquel entonces tenía Plásticos del Pisuerga (Plaspisa), con sede en Alar del Rey (Palencia), y renovar el parque de maquinaria. David García, administrador único de la empresa familiar dedicada a la fabricación de envases y embalajes flexibles, relata el porqué de esta ambiciosa operación. “Yo me incorporé al negocio en 2007, junto con nuestro padre Jesús María García, y vimos que no había nicho de mercado para pequeñas fábricas. Había que tomar la decisión de crecer o de decrecer. Decidimos hacer lo primero, y en el trienio 2008-10 invertimos esos diez millones. Es también en ese momento cuando realizamos una apuesta clara por enfocar nuestra actividad al sector agroalimentario y a partir de ahí todo nuestro crecimiento se centra en esta industria”.

Lejos de consolidar esa operación y acomodarse, un lustro después llegaría la segunda gran inversión, apoyados ahora también por la incorporación de Fernando García, hermano de David. En esta ocasión fueron 15 millones de euros, culminada a principios de 2019, para “adaptar las instalaciones a los nuevos requerimientos alimentarios. No en vano, contamos con la normativa BRC, siendo de las primeras y casi única empresa, por tipo de producto, de nuestro sector con este sello. Y con esta operación volvimos a duplicar nuestras instalaciones y nuestra capacidad productiva, que en la actualidad alcanza las 15.000 toneladas al año, si bien en la actualidad nos movemos en torno a las 8.000 toneladas anuales de producción”, señala García.

Hoy en día, Plaspisa factura 15,5 millones de euros, el triple que en 2004, y la plantilla alcanza los 108 trabajadores, que además tienen una media de edad de 30 años. “Es importante que industrias como la nuestra contribuyan a fijar población joven en el medio rural. El 95% de nuestra plantilla es fija, buscamos dar estabilidad. Y eso se nota en la motivación y las ganas de los trabajadores”, sostiene el administrador de Plaspisa, que reinvierte el 100% de sus beneficios.

El 70% de su producción se dirige al sector agroalimentario y el 30% se reparte entre otros como automoción, construcción e industrial. Todo lo que sale de las modernas instalaciones de Alar del Rey se queda en el mercado nacional. “Nos especializamos en la flexibilidad y el lote mediano y pequeño, por eso no salimos al exterior. La ventaja es que con este segmento de producto tampoco tenemos competencia foránea”, asegura García, quien añade que siempre “hemos intentado que nuestro producto se base en la mejor relación-calidad-servicio. Apenas tenemos rotación de cliente, quien nos elige como proveedor, no cambia”.

Producción de EPIS

La empresa familiar palentina venía creciendo a un ritmo de entre el 10% y el 15% anual, hasta que llegó el coronavirus. Con todo, este año esperan repetir ventas y al menos no decrecer, en parte porque precisamente a raíz del Covid-19 han empezado a trabajar en la producción de batas y delantales para hospitales, una línea de negocio que se plantean mantener si España considera estratégica la producción nacional de equipos de protección individual (EPIS)  para no depender de otros países y mercados. Plaspisa donó al principio de la pandemia a la Junta de Castilla y León un camión entero de plásticos para fabricar EPIS.

Orígenes

Los orígenes de Plaspisa se remontan casi seis décadas atrás, cuando Edesio García, abuelo de los actuales responsables de la compañía, funda Rioplast en Alar del Rey (Palencia) en 1964, un negocio situado originariamente en los bajos de su vivienda. García fabricaba latas de hojalata para las pujantes empresas galleteras de la comarca del norte de Palencia, pero hubo un momento en el que tuvo que optar por las cajas de cartón o las bolsas de plástico para envasar estos productos y se decantó por lo segundo. En 1985 fallece el fundador de la empresa y sus hijos constituyen una nueva sociedad, ya con el nombre de Plaspisa. No es hasta 2004 cuando uno de los hermanos, Jesús María García, se queda con el negocio. Por aquél entonces la empresa tenía 35 trabajadores. Poco después, en 2007, se incorporan sus dos hijos, David y Fernando, y con ellos se inicia la fase inversora y de crecimiento de Plaspisa.

Más información en el número de julio de Castilla y León Económica

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