a

El ‘Alma’ de Carraovejas: La familia Ruiz Aragoneses invierte más de 70 millones desde 2007 para consolidar el grupo vinícola

Busca preservar la singularidad de los terruños con bodegas en la Ribera del Duero, Nieva, Ribeiro y la Rioja Alavesa
De izquierda a derecha, José María y Pedro Ruiz, presidente y consejero delegado
De izquierda a derecha, José María y Pedro Ruiz, presidente y consejero delegado de Alma Carraovejas, respectivamente.

En el origen de todo, 2 nombres: José María Ruiz y Pago de Carraovejas. El empresario segoviano soñó, hace más de tres décadas, elaborar un vino de calidad para su restaurante en la capital del Acueducto y cambiar algunos conceptos que en ese momento en España estaban muy arraigados. En agosto de 2016, una entrevista con el afamado restaurador era portada de la revista Castilla y León Económica donde, entre otras muchas cosas, señalaba como su mayor preocupación que sus hijos “continúen con el negocio, siendo tan felices como nosotros hemos sido y sigan ilusionados con el proyecto”. Y a tenor de la marcha del Restaurante José María y de sus proyectos en el ámbito vitivinícola, puede estar tranquilo.

Pedro Ruiz Aragoneses es la punta de lanza de Alma Carraovejas. En poco más de una década ha situado a la compañía a la vanguardia de la vitivinicultura en nuestro país. Desde su incorporación en 2007, la empresa ha invertido 70 millones de euros, de los que más del 70% se ha destinado a Pago de Carraovejas, en diferentes proyectos en Ribera del Duero, Segovia, Galicia y ahora la Rioja Alavesa. Un período que ha coincidido con el de mayor crecimiento de la compañía.

Proyectos singulares

Alma Carraovejas lleva mucho tiempo apostando por proyectos singulares y reivindicando la importancia de cuidar el legado. Pedro Ruiz utiliza y adapta una frase para asegurar que la viña “no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos” y que el legado debe transmitirse de generación en generación.

En 1987 ofrecen a José María una finca de nueve hectáreas catalogada por los lugareños como “el mejor maduradero de Peñafiel”. Ni siquiera estaba plantada de viñas. En 1988 se realizó la primera plantación de cepas, en 1990 se construyó la primera nave y en 1991 se elaboró la primera cosecha de Pago de Carraovejas. Desde entonces, nunca se ha dejado de plantar viñedo hasta sumar dos centenares de hectáreas con las que elabora 800.000 botellas al año.

Cuando se incorpora Pedro, la empresa apenas contaba con 90 hectáreas de viñedo, alrededor de 20 trabajadores y unas instalaciones de la bodega con una superficie de 5.000 metros cuadrados, cuando hoy en día la plantilla supera las 150 personas, las instalaciones comprenden una superficie total de 20.000 metros cuadrados y más de 200 hectáreas, lo que refleja el rápido crecimiento de la compañía en estos años.

En 2013 les llega la posibilidad de entrar en Ossian, que reunía como atractivos encontrarse en la provincia de Segovia, de la que es originaria la familia Ruiz Aragoneses y contar con viñas prefiloxéricas de verdejo de entre 100 y 200 años, un patrimonio histórico vitivinícola y cultural de incalculable valor. Comenzaron con una decena de hectáreas y en la actualidad son casi 120 hectáreas, de las que la mitad son prefiloxéricas de más de un siglo de existencia.

Pasó otro lustro hasta que la compañía dio el siguiente paso, cristalizado en un sugerente nombre: Milsetentayseis, en referencia a la altitud de una de las primeras parcelas con las que se inició este proyecto en Ribera del Duero, en el pueblo burgalés de Fuentenebro, después de una década trabajando en la zona, que Pedro califica como “espectacular. Además, en Ribera del Duero ya no podíamos crecer más en Pago de Carraovejas. Milsetentayseis es un proyecto pequeño, que comprende una veintena de hectáreas, diez propias y otras diez gestionadas, pero distinto, con la recuperación de viñedos viejos para embotellar paisajes diferentes. Es una reinterpretación de la Ribera del Duero, con un equipo técnico distinto al que tenemos en Carraovejas. El primer vino comercializado es un rosado, y el primer tinto verá la luz en la primavera de 2021”, aclara.

Galicia

“No sé cómo será el paraíso, pero no creo que sea muy diferente al paisaje de Viña Meín-Emilio Rojo”. Así define Pedro el proyecto que Alma Carraovejas desarrolla en Galicia desde el pasado año, tras una intensa búsqueda. “Ribeiro es una de las zonas con más posibilidades de futuro en la vitivinicultura en España, sobre todo ahora con el cambio climático. Está entre los lugares donde se plantaron las primeras vides en España y la condiciones son inmejorables”, detalla el empresario. La producción alcanza las 60.000 botellas en Viña Meín y 6.000 botellas en Emilio Rojo. “Tenemos la responsabilidad de defender un legado único, de recuperar más parcelas en el entorno y construcciones históricas”, sostiene el CEO de Alma Carraovejas.

La inquietud de la compañía familiar es imparable y, cuando prácticamente no han transcurrido doce meses desde su desembarco en Galicia, llega a La Rioja, otro de los buques insignia de la vitivinicultura española. El último gran proyecto tiene como escenario el pueblo de Leza, en la Rioja Alavesa. Se trata de una iniciativa pequeña en dimensiones, pero en la que se pretenden elaboraciones muy cuidadas, de inicio en torno a las 70.000 botellas, y donde ya cuentan con viña propia, con la intención de alcanzar una veintena de hectáreas en los próximos años. La bodega posee dos construcciones unidas por un túnel subterráneo dentro de la localidad. De momento sólo se ha dado nombre a la sociedad, con la denominación de Alto de la Huesera, en honor a uno de los famosos dólmenes que se puede encontrar en Laguardia.

Restaurante Ambivium

Mención aparte merece el capítulo gastronómico. En 2017 y para cerrar el círculo virtuoso (o seguramente no), abre sus puertas Ambivium, un restaurante de primer nivel enclavado en Pago de Carraovejas, con una apuesta gastronómica por la experiencia que mezcla cocina y vino, y que probablemente tendrá réplica con establecimientos en otras bodegas del grupo. “Es otra reinterpretación, en este caso de la gastronomía, con una puesta de escena muy evolucionada respecto a nuestros inicios. Este período de parón por el coronavirus, en el que Alma Carraovejas no se ha acogido a ningún ERTE, nos ha permitido tener tres meses para trabajar en mejorar la investigación gastronómica y la experiencia del cliente. La nueva propuesta es espectacular”, detalla Pedro. Hay que recordar que en Ambivium trabajan 36 personas para un máximo de servicio de 50 comensales y que cuenta con una de las cartas de vinos más completa y variada que se puede encontrar en Castilla y León.

La empresa no se detiene ahí y tiene otros proyectos en marcha, no sólo de índole vitivinícola, sino también cultural. Así, han iniciado la importación de grandes vinos internacionales a través de la sociedad Singular Vineyards & Wines, además de la exportación y el comercio nacional de vinos de Jerez.
Pedro no oculta su deseo de seguir desarrollando nuevos proyectos vitivinícolas. “Galicia me parece una maravilla, un auténtico jardín de variedades, y espero que algún día podamos desarrollar algún otro proyecto allí. Y sería fantástico poder dar el salto fuera de España. Francia, Italia y California son las zonas donde más me gustaría poder desembarcar. Siempre decimos que lo mejor está por llegar. Queda mucho por hacer y mucho por mejorar. Nuestra filosofía de trabajo es tener la cabeza en las nubes y los pies en la tierra”, recalca este joven empresario que transmite pasión.

Al margen del futuro de la compañía familiar, su CEO no elude la actual situación que atraviesa nuestro país. “Nos preocupa la recuperación del mercado y la recuperación social y que se mantenga el empleo o incluso pueda crearse, y podamos volver a tiempos más estables”, indica.

Reforzar los valores

Ha pasado el tiempo desde los inicios, más de 30 años, pero la continuidad del proyecto ha permitido “no sólo hacer perdurar los valores con los que se inició, sino reforzarlos a través de su compromiso con el entorno y con las personas en general, con su equipo, sus proveedores, sus clientes. Una de las características que más puede definir a Alma Carraovejas es su propósito y la manera en la que se desarrolla, reflejado en nuestra quíntuple cuenta de resultados”, asevera.

La empresa desarrolla proyectos singulares y con alma. Tan es así que incorporó esta trascendente palabra a su denominación. “Alma Carraovejas nace de la necesidad de construir un concepto común que represente una realidad que ya era presente, la existencia de varios proyectos que se desarrollan bajo una misma filosofía y una misma manera de trabajar. El reto es poder inspirarnos, cada día, para desarrollar productos y servicios auténticos, apoyándonos en una organización feliz y sostenible consigo misma y con su entorno, buscando la superación constante, para conseguir la máxima calidad mediante la innovación, obstinados en preservar la cultura propia de la organización y de las personas que la componen como un patrimonio”, afirma Pedro.

La llegada de Pedro

“Suele contarse siempre la parte buena, pero he llorado mucho yo solo en la bodega. Me incorporé a la compañía en 2007, con 24 años, en un momento complicado en el que se estaban produciendo cambios en la organización. Creo mucho en el destino y pienso que ya estaba escrito que yo iba a acabar en la bodega familiar”, rememora Pedro Ruiz. El mismo día en que acababa de conseguir un contrato como psicólogo, su padre José María le trasmite su idea de que tome las riendas de Pago de Carraovejas. “En aquel momento no sabía ni leer un balance”, relata el que, a la sazón, se iba a convertir en el trabajador más joven de la empresa. Y sin embargo, recuerda aquellos momentos como “muy intensos, con un gran apoyo del equipo, especialmente de Almudena Calvo, que continúa con nosotros en la dirección técnica”.

Pedro le pidió a su progenitor que la diferencia económica entre su antecesor y lo que iba a percibir él la repartiera entre los directivos que iban a tirar del carro. “Me imaginaba mucho menos de lo que hemos alcanzado hoy en día. Mi obsesión era mejorar lo que teníamos y la experiencia ha sido muy gratificante”, resalta. El resultado ha sido el período de mayor esplendor de la compañía.

En aquella entrevista en Castilla y León Económica en 2016, José María aseguraba que lo que más orgullo le producía era ver a sus hijos “como continuadores del negocio y que sientan los valores de sus padres en la gestión de las empresas”. Una máxima que Pedro, no sólo no olvida, sino de la que hace estandarte en Alma Carraovejas: honestidad, coherencia, autenticidad, cultura del detalle, espíritu innovador, pasión e integridad. Palabras mayores.

En 40 países

Alma Carraovejas aspira a ser reconocida como uno de los referentes españoles en el mundo por la calidad y variedad de sus vinos, y por su cuidada oferta turístico-gastronómica, con la ambición de crear un valor duradero para todos sus grupos de Interés.

La compañía, cuya cifra de negocio en el último ejercicio se sitúa muy próxima a los 20 millones de euros, comercializa más de una decena de vinos de sus actuales añadas en el mercado: Pago de Carraovejas 2017, El Anejón 2015 y Cuesta de las Liebres 2015 de su bodega Pago de Carraovejas; Quintaluna 2018, Ossian 2017 y Capitel 2016 de Ossian Vides y Vinos; Viña Meín Blanco 2018, Viña Meín Tinto 2018 y Emilio Rojo 2017 de su bodega gallega Viña Meín-Emilio Rojo; y Milsetentayseis La Peña 2018 y Milsetentayseis Tinto 2018 de su proyecto Milsetentayseis.

El mercado de los proyectos de Alma Carraovejas es eminentemente nacional, pues las exportaciones suponen aproximadamente un 20% de la producción. En los últimos años, la compañía ha apostado por un proceso de internacionalización, basado en mejorar el posicionamiento de sus vinos en los mejores restaurantes y tiendas especializadas del mundo. En la actualidad, sus referencias están presentes en más de 40 países de los cinco continentes.

Más información en el número de julio de Castilla y León Económica

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información sobre la protección de datos:
· Responsable de los datos: Ediciones La Meseta, S.L.
· Finalidad: Enviar un comentario
· Derechos: Tienes derecho a acceder, rectificar o suprimir los datos, así como otros derechos como es explica en la política de privacidad.
· Información adicional: Puedes consultar la información adicional y detallada sobre la protección de datos aquí.

Noticias relacionadas

Ir al contenido