“Nuestro primer vino rompió con los moldes que había hasta la fecha en la Ribera del Duero. Quisimos apostar por tintos de guarda, y por ello nuestros vinos fueron dotados de estructura, cuerpo, opulencia, concentración, pero también de finura y elegancia. Este Viña Pedrosa era diferente al resto y muy pronto fue ganando fama y prestigio. Elaboramos en aquel momento 80.000 botellas de tinto Viña Pedrosa que se vendieron en menos de seis meses. Incluso ese primer año ya llegamos a exportar una importante partida a Alemania”. Son palabras de Manuel Pérez Pascuas, socio fundador, copropietario y consejero delegado junto con su hermano Adolfo, de la firma familiar de Pedrosa de Duero (Burgos). Corría el año 1980 y comenzaba así la andadura de una de las marcas legendarias de Ribera del Duero, Bodegas Hermanos Pérez Pascuas, que en 2020 cumple su 40 aniversario. Si algo ha caracterizado a esta empresa burgalesa ha sido la autoexigencia, el espíritu de superación continua y la huida del conformismo y la autocomplacencia. Y ésa ha sido la clave que les ha aupado al Olimpo ribereño.
Proyecto familiar
En aquellos primeros años, los hermanos Pérez Pascuas poseían 35 hectáreas de viñedo “de gran calidad. Decidimos independizarnos de la bodega cooperativa de Pedrosa de Duero e iniciar nuestro proyecto familiar por separado. Teníamos mucha ilusión y estábamos plenamente convencidos que con unas uvas excepcionales podíamos elaborar un vino de muy alto nivel y con una personalidad única”, recuerda el bodeguero.
A pesar de las dificultades inherentes a todos los proyectos empresariales en sus inicios, en este caso con limitaciones y falta de recursos económicos que suplieron con “trabajo, confianza e ideas muy claras para alcanzar un vino de personalidad única”, la bodega familiar tuvo la fortuna de su lado en sus primeros pasos, al comenzar “con una buena cosecha, como fue la añada de 1980. Éramos nuevos, pero supimos afrontar la cosecha con profesionalidad y rigor. Teníamos claro que debíamos empezar bien. Eran los cimientos sólidos que una bodega debe poner para llevar a cabo una brillante trayectoria”, sostiene Manuel Pérez Pascuas.
Hitos
Han sido muchos los hitos que han forjado estas cuatro décadas, pero quedan ya para la historia cosechas como las de 1985, 1989, 1991, 1994 ó 1999, que marcaron un despegue fulgurante para la bodega, como aseguran sus propietarios. “Nos concedieron muchos premios nacionales e internacionales. En la prensa especializada nos dieron puntuaciones muy altas. Cuando salió el primer Pérez Pascuas Gran Selección de la cosecha de 1990, un vino elaborado con los viñedos más viejos de la familia, supuso una revolución en el panorama vinícola, tanto en España como fuera de nuestro país”.
En la bodega hay diversos momentos que recuerdan con mucho cariño en esta trayectoria, pero aún se emocionan al rememorar cómo el Papa Juan Pablo II eligió Viña Pedrosa para celebrar la cena de Navidad y la Misa del Gallo. Otros reconocimientos importantes han sido el Premio Miguel Delibes al Desarrollo Rural o el premio como Mejor Bodega de España en dos ocasiones. Los hermanos Manuel y Adolfo han sido bodegueros muy reconocidos. “Por ello estos premios nos enorgullecen más, ya que son otorgados a las personas que por su savoir faire han destacado como grandes viticultores y bodegueros de España”, matizan.
La bodega elabora 600.000 botellas de varias marcas: Cepa Gavilán, Viña Pedrosa, Finca La Navilla y Pérez Pascuas Gran Selección a partir de 120 hectáreas de vides octogenarias. Presumen, y con razón, de tener un viñedo “único, irrepetible, que cuidamos con mucho esmero. Posteriormente llevamos a cabo elaboraciones muy genuinas y arriesgadas para diferenciarnos del resto. Eso se traslada en las características que poseen los Viña Pedrosa: estructurados y potentes, pero muy elegantes, complejos y finos, con una armonía envidiable. Por otra parte, son vinos de enorme potencial, con gran futuro. Su longevidad es inigualable”.
Fue realmente en el año 1985 cuando la bodega comienza a exportar cantidades representativas. Alemania fue su primer mercado y después EE UU. Ahora está presente en más de 40 países y siguen incrementando su porcentaje de exportación. De hecho, es muy probable que este año el mercado internacional supere el 40% de su producción.
Mercados exteriores
En la bodega burgalesa asisten a muchas ferias internacionales en todo el mundo. “Tenemos muchas anécdotas, pero en cualquier rincón del mundo aparece algún cliente que conoce nuestro vino. Hasta al Polo Norte o Bora Bora ha llegado Viña Pedrosa y nos escriben para felicitarnos por el vino. También en restaurantes casi inaccesibles de Dinamarca allí está Viña Pedrosa. Exportamos también a Malasia, Isla Mauricio, en definitiva, a mercados muy singulares”.
Los principales destinos de sus tintos son España, EE UU, Canadá, Brasil, Puerto Rico, República Dominicana, Colombia, Panamá, México, Alemania, Reino Unido, Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Bélgica, Holanda, Suiza, Rusia, Polonia, Letonia, Lituania, China, Japón, Corea del Sur, Singapur, Isla Mauricio, Islandia y Malasia.
Con los años, los propietarios han ido dotando a la bodega de las mejores instalaciones y en la actualidad cuenta con los medios tecnológicos más avanzados. “Nuestro vino es auténtico, personal, con un perfil muy definido. Viña Pedrosa tiene un sello inconfundible que lo hace único. Pero bien es cierto que también nuestro vino ha ido evolucionando y mejorando. Es mejor el Viña Pedrosa actual que el de nuestros orígenes. Siempre existe margen de mejora. Si no pensáramos así, no evolucionaríamos. Y nuestra bodega se ha caracterizado por un gran dinamismo que se ha sabido adaptar como nadie a los nuevos tiempos. Somos pioneros en la Ribera del Duero, pero muy activos en la innovación”.
Atrás quedan las instalaciones de hace 40 años, muy modestas pero confeccionadas con una idea clara de calidad. “Ya elaborábamos con técnicas muy avanzadas para la época y cuidando al máximo todos los pequeños detalles para llegar a la excelencia. Conservamos aquellas instalaciones que nos permiten recordar aquellos años tan fantásticos. Cuando empiezas desde cero y echas la mirada atrás, puedes apreciar el camino tan apasionante que hemos recorrido”, apunta Manuel.
Todo empezó con Mauro Pérez
Manuel Pérez Pascuas asegura que el 40 aniversario “que este año conmemoramos es un punto y seguido. No sólo celebramos el pasado, sino la capacidad de renovación continua, de vivir el presente y afrontar el futuro con gran optimismo y pensando en nuevos proyectos. Pero sobre todo, la esencia de Viña Pedrosa la guardamos bajo llave en nuestra mente y nuestro corazón. Jamás podíamos imaginar que en estos 40 años íbamos a llegar tan lejos. Pero seguiremos trabajando para seguir mejorando”.
Imposible olvidar, más aún en una efeméride como la que celebra la bodega, a Mauro Pérez, el padre de los actuales propietarios, “un hombre laborioso y de inteligencia innata que nos inculcó el respeto a la tierra y el gusto por el trabajo bien hecho. Un verdadero visionario interesado en mantener viva una larga tradición vitivinícola en Pedrosa de Duero”, resalta Manuel.
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