Avícola Galocha se encuentra en su etapa de mayor crecimiento en sus 80 años de historia al pasar de tener una plantilla media de 26 empleados en 2016 a casi 130 en 2018, una cifra que mantiene en la actualidad. Esta evolución tiene su reflejo también en la facturación, que rondó los 16 millones de euros el pasado ejercicio y que prevé elevar un 20% para este año.
La tercera generación de esta empresa familiar, integrada por Maite y Fernando Galocha, es quien ha hecho posible esta expansión de la compañía, que cuenta con un centro de procesado de aves en San Cristóbal de Entreviñas y 2 tiendas en Benavente (Zamora) en las que se vende de forma directa tanto sus productos como platos preparados; así como con más de 30 granjas integradas que le permiten tener una producción anual de 6 millones de pollos, que tiene como destino principal Castilla y León, Asturias, Madrid, Andalucía, Comunidad Valenciana, Cataluña y Portugal, “aunque estamos trabajando en abrir nuevos mercados en el exterior e inmersos en nuevos proyectos e iniciativas”, apuntan.
La gestión de esta firma tiene en la trazabilidad, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad sus pilares fundamentales. No en vano, sus servicios veterinarios se encargan de visitar a diario las instalaciones donde se crían los pollos para garantizar el bienestar animal y la calidad de la materia prima.
“Nuestras líneas de producción comienzan con la recepción de pollitos en nuestras granjas integradas en una nave con unas condiciones determinadas y validadas por nuestros veterinarios, donde conseguimos un control preciso sobre todos y cada uno de los actores intervinientes. Allí se alimentan con piensos formulados y validados por nuestros servicios técnicos hasta que tienen las condiciones óptimas para su sacrificio. Durante todo el proceso, el avicultor está permanentemente asesorado 24 horas por nuestro equipo para todos los temas que surjan. De este modo, preservamos la máxima eficiencia técnica y medioambiental con salas de ambiente controlado por ventilación longitudinal y transversal. Además, las aves llegan a nuestro centro de procesado en camiones de nuestra empresa, con todas las garantías sanitarias que exige la ley, así como con el correspondiente control de trazabilidad”, explican los responsables de la compañía, que en el último año ha invertido 900.000 euros en mejoras de procesos e instalaciones.
Trazabilidad
El control sanitario lo realiza un veterinario oficial designado, reforzado por un veterinario de Avícola Galocha, que se ocupa de los temas de trazabilidad, higiene y aplicación de Buenas Prácticas de Manufactura, además de analizar y asegurar la calidad del producto. “Así proporcionamos unas condiciones de bienestar animal favorables, a la vez que controlamos de forma efectiva el ambiente de las aves y reducimos los costes de producción y de emisiones al medio ambiente innecesarios”, puntualizan los hermanos Galocha.
Las canales son clasificadas según rangos y pesos y se trasladan al túnel de enfriamiento rápido, para después pasar a la línea de despiece automática. En la sala de repaso, la carne resultante es revisada pieza a pieza visual y manualmente por operarios especializados antes de ser envasada. “Nuestra política de calidad se manifiesta mediante nuestro firme compromiso con los clientes de satisfacer plenamente sus requerimientos y expectativas”, concluyen estos empresarios.
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