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El presidente de Global Exchange sitúa a su compañía como el tercer operador del mundo en cambio de divisas

El grupo cuenta con más de 200 oficinas en 17 países de 4 continentes
Isidoro Alanís, presidente de Global Exchange.
Isidoro Alanís, presidente de Global Exchange.

La geografía marca, en ocasiones, la personalidad de los hombres e incluso de naciones como EE UU, donde el concepto de frontera está grabado en el espíritu de sus gentes, siempre queriendo ir más allá, conquistar nuevos espacios, nuevos mercados. Y ése es el carácter de Isidoro Alanís (Salamanca, 1972), presidente de Global Exchange, que lleva en la sangre la inconformidad de los que se han criado en la linde, en este caso en Fuentes de Oñoro (Salamanca), pueblo de entrada a Portugal, en el bello espacio transnacional poéticamente conocido como La Raya.

La historia de esta saga empresarial está marcada por la búsqueda de otros horizontes en los que consolidar el negocio. Así, la raíz de esta estirpe de emprendedores que alcanza la cuarta generación se remonta a una tienda abierta por su bisabuelo en Gallegos de Argañán (Salamanca), que debe su topónimo al origen geográfico de los vecinos norteños que repoblaron estas tierras. De allí se fueron a Fuentes de Oñoro, donde más tarde su padre, Juan Antonio, abre en 1970 un centro comercial -donde se ubicaría la primera oficina de cambio de moneda extranjera en 1996- para dar servicio a los miles de viajeros que cruzaban el pueblo con pesetas, escudos, libras esterlinas o francos en sus bolsillos.

La llegada del euro

Y en eso llegó el euro, que fulminó las divisas de los países de la Zona Euro y dejó sin sentido 15 de las 16 oficinas de cambio que habían abierto en España. Ante esa circunstancia, ¿qué se podía hacer? Lo más sencillo, cerrar la verja; lo más arriesgado, emprender una aventura internacional. Llevados por el espíritu fronterizo del linaje, los Alanís optaron por lo más difícil. De aquel humilde local en La Raya, Global Exchange ha pasado en sólo 20 años a ser una compañía con más de 200 oficinas en 17 países de cuatro continentes y un volumen de compra-venta por 660 millones hasta convertirse en el tercer operador del mundo y líder en Hispanoamérica.

De tener un único trabajador en 1996, el propio Isidoro, a contar con una plantilla de más de 1.600 profesionales. De vivir en la divisoria hispano-lusa a expandirse por el mundo. No es de extrañar que uno de los libros favoritos de Isidoro sea La tierra es plana, del prestigioso periodista estadounidense Thomas Friedman, donde explica el fenómeno de la globalización de los mercados. 

Desde su 1,90 metros de altura, este joven empresario habla con mucha pasión de su noble oficio: “desde que tengo uso de razón no he querido hacer otra cosa, es una forma de vida”. Recuerda que el primer negocio que montó fue con 8 años, cuando con otros 3 amigos colocó varias cajas de cartón a modo de mostrador para vender objetos que sobraban en su casa. Entonces, la clientela estaba garantizada porque Fuentes de Oñoro registraba un fluido movimiento de viajeros y era uno de los lugares favoritos de los portugueses para hacer sus compras en España.

Lecciones de las crisis

Según Isidoro, ser empresario es una carrera de largo recorrido, que nunca se acaba y en la que hay que tener fortaleza mental para sobreponerse a los varapalos. “De todas las crisis se aprende. Global Exchange ha tenido 3 episodios de los que hemos sacado muchas lecciones. El primero fue la entrada del euro, lo que nos obligó a salir fuera de España; el segundo fue el cierre de las oficinas del aeropuerto internacional de Tel Aviv, donde nos dimos cuenta que algunos mercados siguen prefiriendo el precio sobre la calidad del servicio; y el tercero fue en Argentina, donde el Gobierno nos suspendió la licencia para operar”.

Era septiembre de 2012, en pleno populismo del Ejecutivo Kirchner contra los intereses de las empresas españolas, con sangrantes episodios como la expropiación a Repsol de su filial argentina YPF. Sin embargo, los Alanís sorprendieron a propios y extraños cuando sólo 2 meses después del atropello anunciaron el acuerdo con la Administración local para seguir operando con 22 oficinas en las zonas de mayor afluencia de turistas. Al final, la empresa salmantina abandonó ese mercado por la continuas trabas. ¿Estarías dispuesto a volver? “No descarto ningún mercado, si hay una oportunidad, allí estaremos”, afirma Isidoro. En los negocios, siempre es mejor mantener la mente fría y alejar el rencor.

Su modelo se basa en la mejora continua, mantener un crecimiento sostenido, ser prudente en la expansión, crear un buen equipo directivo y aplicar unos principios basados en la ética, la legalidad y la transparencia. De hecho, es una de las pocas empresas familiares salmantinas que envía una nota de prensa con el balance del ejercicio, incluidas las plusvalías (10,8 millones en 2015). “Si queremos competir contra las grandes multinacionales, tenemos que ser como ellos”. Aunque no es lo mismo comunicar los beneficios en los mercados bursátiles que en una pequeña ciudad castellana. “A mí me da igual, porque los resultados son las notas que hemos obtenido. No tengo por qué ocultarlo”, ratifica Isidoro. Otra de sus máximas es la innovación “porque toda empresa que no se reinventa tiene ya, sin saberlo, marcado su fin”.

Viajes internacionales

Llevar las riendas de este consorcio exige mucho esfuerzo a la mente y al cuerpo. Isidoro realiza alrededor de 20 viajes internacionales al año, estando fuera de España cerca de 70 días, aunque en los inicios esa cifra alcanzó los 5 meses. El último organizado fue a Australia, donde para mantener una reunión de 2 horas necesitó casi 60 horas entre vuelos y trasbordos. ¿Y para qué están las videoconferencias o el Skype? “Cuando quieres implantarte en un país, tienes que ir personalmente a negociar. No queda otra vía”, apunta con rotundidad.

Se dedica en cuerpo y alma a la empresa, incluidos muchos fines de semana. “Para mí, la tarde de los domingos es el mejor momento para reflexionar, para pensar en el medio y largo plazo de la compañía”. Preguntado por sus aficiones, lo tiene muy claro: “dedico al trabajo, que para mí es un hobby, y a la familia el 95% del tiempo; y el 5% restante al capítulo de varios”. Así es el modo de vida de un empresario sin fronteras.

Gestionar el pueblo como una multinacional

¿Saben cuál es el único pueblo de España donde un PP castigado en las urnas triplicó sus votos en las últimas elecciones municipales? Fuentes de Oñoro (Salamanca) ¿Y saben quién es su alcalde? Isidoro Alanís, presidente de Global Exchange. Este joven empresario emplea el poco tiempo que tiene para llevar las riendas de este Consistorio salmantino de poco más de 1.000 habitantes “porque es mi forma de aportar algo al pueblo de mi infancia”.

Ocupa la alcaldía desde 2007, aunque las 2 primeras legislaturas como independiente. Dice que gestiona la Administración local como “si fuera mi empresa, con los mismos criterios de eficiencia y calidad de servicio”. Le pregunto qué ha aprendido de la política y me responde con énfasis que nada. Pero luego se corrige para afirmar: “bueno sí, me ha enseñado que España es un caos administrativo y burocrático que resta dinamismo y consume esfuerzos y dinero. Para mover un papel tienes que pasar por 15 instancias”.

Asegura que se siente muy satisfecho de esta labor, a la que llegó a dedicar 700 horas al año en sus inicios, aunque ha reducido considerablemente ese tiempo al tener un equipo de gobierno en el que delega. En la actualidad, su principal reto es mantener la actividad económica de un Fuentes de Oñoro amenazado por la futura circunvalación que conectará las autopistas de Portugal y España. Y eso es un drama para un municipio que ha vivido del movimiento de personas y mercancías por su casco urbano en plena frontera. “Corremos el serio peligro de desaparecer”, indica apenado, aunque si ha sido capaz de superar situaciones críticas en su multinacional, qué no hará por Fuentes de Oñoro.

Más información en el número de mayo de la revista Castilla y León Económica.

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