Las ventajas que conlleva la transformación digital están relacionadas con el aumento de la competitividad y de la productividad, lo que debería ir acompañado de una mejora de la seguridad y de las condiciones laborales de los trabajadores. Pero también puede acarrear problemas a medio y largo plazo.
Para ello, es importante contar con un mercado laboral competitivo que permita integrar las nuevas tecnologías de forma eficaz y eficiente, según se desprende del estudio Impacto de la Transformación Digital en el Mercado de Trabajo de Castilla y León elaborado por Gabinete de Recolocación Industrial (GRI).
El Índice de Competitividad Regional (RCI) de la Comisión Europea, publicado cada 3 años, utiliza para su elaboración una serie de variables e indicadores que revelan cómo debe ser un mercado competitivo, que sea atractivo para que las empresas y los trabajadores se establezcan o se mantengan en él y cree un entorno sostenible y adaptable a los cambios que se generan alrededor.
En este índice, según el último análisis realizado en 2016, Castilla y León se posiciona entre las regiones con baja competitividad, con valores negativos que se sitúan entre el -0,5 y el -0,2, cuando el 0 es la media europea. Respecto al conjunto de España, se encuentra en un grupo intermedio formado por Galicia, Asturias, Cantabria, La Rioja, Aragón y la Comunidad Valenciana; y por debajo de Cataluña, Navarra, País Vasco y Madrid, que es la región con mayor competitividad del conjunto nacional.
Por su parte, España está en un nivel de competitividad por debajo de la media dentro de Europa, con sólo 2 regiones por encima de 0, Madrid y País Vasco. Según el estudio del índice RCI realizado por GRI, los campos en los que Castilla y León debe mejorar para aumentar su competitividad y equipararse al menos a la media de la UE son el tamaño del mercado, la eficiencia del mercado laboral, la sofisticación de negocios, la innovación y las infraestructuras.
Región más atractiva
Según los expertos, Castilla y León necesita hacer hincapié en el desarrollo de estas variables y alcanzar altos estándares en cada una de ellas a través de la mejora de los indicadores para estar preparada para hacer frente a los inevitables cambios que traerá la transformación digital, mitigar el posible efecto negativo (despidos masivos, pérdida de competitividad de las empresas, atraso en la introducción de los nuevos procesos productivos y las nuevas tecnologías) y potenciar las consecuencias positivas de la digitalización.
Todo esto permitirá ser una región más atractiva para las empresas y para los trabajadores, potenciando el tejido empresarial y fijando población, lo que contribuirá a hacer frente al envejecimiento y la despoblación, sobre todo, de los entornos rurales, fuente del patrimonio cultural de la región.
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