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Rodríguez Sainz-Rozas preside Gullón, la mayor galletera innovadora de España

La compañía burgalesa invertirá 50 millones de euros en 3 años en una de sus plantas
María Teresa Rodríguez Sainz-Rozas, presidenta de Galletas Gullón.
María Teresa Rodríguez Sainz-Rozas, presidenta de Galletas Gullón.

Se define como sencilla, comprometida y austera, pero la vida la ha hecho segura de sí misma y valiente, aunque nunca alardea de ello porque María Teresa Rodríguez Sainz-Rozas, presidenta de Galletas Gullón, es ante todo discreta. En la cercanía habla con dulzura y una sonrisa en los labios, siempre intentando alejarse del primer plano, sin buscar ningún protagonismo.

Su austeridad no la impide ser muy femenina y jugar la baza de la coquetería sin estridencias. Su empatía, espontaneidad y sencillez la convierten en una persona entrañable y cercana. Pero no le tiembla la mano a la hora de apostar por inversiones millonarias para continuar con el ritmo de crecimiento del gigante de las galletas o de tomar decisiones difíciles para mantener la profesionalización de la compañía.

Humildad

Su humildad no puede impedir el reconocimiento merecido de ser la empresaria más relevante de Castilla y León. No en vano, en 2015 su compañía facturó 300 millones de euros, lo que supone un crecimiento 4 veces superior al sector, y cuenta con una plantilla de 1.250 trabajadores, 250 de los cuales se contrataron en los 2 últimos ejercicios. Esa es la verdadera obsesión de María Teresa, crear empleo y riqueza para la comarca de Aguilar de Campoo (Palencia).

Y por eso no ha dejado de reinvertir íntegramente los beneficios de la compañía como uno de los principios básicos de su filosofía empresarial: “no repartir dividendos y reinvertirlos, junto con la innovación, es la principal seña de identidad de Gullón. En nuestro negocio sólo te mantienes si creces, dejar de hacerlo es empezar a morir”. Así, la previsión para los próximos 3 años es una inversión de 50 millones de euros en una de sus plantas, donde ya ha destinado 84 millones de euros, pieza clave en su expansión internacional, mercado al que destina en la actualidad el 35% de sus ventas.

La empresaria auténtica

Con “un papel alejado de los focos”, María Teresa cree que “el mejor legado de un empresario auténtico es ver cómo tu proyecto crece y da trabajo a tu entorno”. “Con genes empresarios”, el primer negocio que conoció fue el Hotel Comercio, regentado por sus padres y “frecuentado por muchos viajantes que entonces venían a las ferias de la comarca y donde se daban más de 200 comidas diarias”, recuerda María Teresa, quien rememora con nostalgia el agradable ambiente que se creaba.

“Pero si he llegado a donde estoy ahora fue por lo que aprendí y viví con mi marido. Él también venía de familia de empresarios y me contagió la pasión por Gullón, era nuestro proyecto y nuestra vida. Un giro del destino hizo que me tocase liderarlo sola. Y cuando llegó ese momento, no tuve ninguna duda de que quería hacerlo”, explica

María Teresa, quien confiesa que el fallecimiento de su marido fue un golpe muy duro que asumió tomando decisiones transcendentales como profesionalizar la empresa y apostar por fabricar productos saludables.
La innovación se convirtió desde entonces en uno de los principales objetivos de la galletera. Aunque María Teresa reconoce que cuando lanzaron la primera galleta de aceite de oliva no tuvo la aceptación esperada “por adelantarnos a lo que la sociedad demanda en ese momento”. Y ese fue el aprendizaje que sacó en claro esta empresaria de trato afable, lo que no le impidió seguir apostando por el segmento de la galleta-salud, “donde Gullón es líder, con una cuota de mercado de más del 30%”, asegura con sereno orgullo.

Trabajadora incansable

Trabajadora incansable, no hay día que no recorra las líneas de fabricación, “y ese quizá sea el mejor momento de la jornada” -confiesa-, tampoco se le caen los anillos -que apenas lleva en un claro ejemplo de sobriedad- por despachar galletas detrás del mostrador de la tienda que Gullón tiene en Aguilar de Campoo, lo que es un claro ejemplo de su impronta personal.

Amante de las “pequeñas cosas que nos da la vida”, como caminar, montar en bici, pensar, disfrutar de la familia, se siente afortunada por hacer lo que le gusta: “la empresa es una vocación que da mucha felicidad. También genera problemas, inquietudes, incertidumbres, riesgos, pero eso forma parte de la vida y es lo que nos mantiene activos e ilusionados”.

Despacho siempre abierto

La austeridad, en todas las áreas de la compañía, en un negocio en el que los márgenes son muy pequeños y hay que minimizar los costes; y la cercanía con los trabajadores son las otras claves del modelo de gestión de María Teresa: “a mí todos me conocen, mi despacho siempre está abierto y quien quiere hablar conmigo, sabe que puede hacerlo. Para mí, el valor de una empresa son sus trabajadores”.

Por eso una de las mayores preocupaciones de esta empresaria de gusto frugal y verbo mesurado, que ha puesto de moda ir andando desde su hogar a la fábrica entre sus trabajadores, es el desempleo juvenil: “me gustaría tener la capacidad de emplear a muchas más personas, sobre todo a los jóvenes, que son quienes más están sufriendo la crisis y tienen que emigrar”.

Castilla y León Económica

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