Arquitectura de estilo japonés volcada hacia la ibicenca bahía de San Antonio

Por: Luisa Alcalde, socia fundadora de Castilla y León Económica
Lujo austero en el Hotel Oku, de 5 estrellas, con una acertada y sobria reforma y colindante a Cala Gració
Hotel Oku Ibiza.
Piscina para adultos del Hotel Oku Ibiza con el escenario para DJ al fondo.

Con una profunda restauración que lo ha transformado en su totalidad en el último año, Oku Ibiza se ha convertido en un hotel icónico por su diseño de estilo japonés, con algunos toques africanos, que otorga a los espacios un lujo austero sin estridencias. Madera y cemento impregnan una atmósfera minimalista acrecentada por tonos neutros, que se agradecen para mitigar el calor de la Isla Blanca en verano. A escasos 5 minutos andando de una de las hermosas playas que salpican esta costa como Cala Gració y a otros 10 del centro de San Antonio -localidad del Este de la isla diseminada a lo largo de un coqueta bahía de aguas turquesas-, el hotel con categoría de 5 estrellas es un oasis dentro de este pueblo que sufrió los estragos de las construcciones de los años 70 que afearon un litoral de postal.

El establecimiento se divide en 2 edificios. En el primero se sitúa la recepción y el restaurante para el desayuno y para almuerzos y la piscina familiar. El otro alberga el spa con una amplía carta de tratamientos y masajes, sensiblemente mejorables en la técnica de sus terapeutas; el gimnasio con máquinas muy modernas, con un curioso diseño en madera; y una enorme piscina solo para adultos rodeada de madera y un cuidado jardín tropical, donde puedes disfrutar de una comida variada y frugal desde sus cómodas tumbonas, mientras suena la música de un DJ en mitad de un moderno y vistoso escenario.

Las habitaciones son muy grandes y espaciosas con paredes de cemento gris y mobiliario de madera de líneas sencillas. La mayoría tiene terraza, algunas con espléndidas vistas a la piscina y a la bahía de San Antonio -sobre todo las de la planta quinta-, desde donde fondean a veces lujosas embarcaciones. El desayuno bufé es excelente con variedad de fruta, panes, fiambre, embutidos y quesos de calidad. También posee una buena oferta de comida caliente.

Restaurante japonés

El hotel tiene un restaurante de cocina japonesa que sólo sirve cenas. Recomendable por la óptima calidad de la materia prima y sus notables elaboraciones, con la salvedad de sus altos precios, si se compara con otros establecimientos del mismo nivel fuera de Ibiza.

De todas formas, la oferta gastronómica de San Antonio es amplia, no en vano es uno de los lugares más turísticos de esa isla de renombre mundial. Para una comida local y tradicional, muy aconsejable Es Ventall que ofrece una gastronomía basada en productos de mercado y platos que nunca defraudan como el Bullí de peixe (una receta marinera que consiste en pescado -desde San Pedro y cabracho hasta rape-, con patatas cocidas y salsa ali olí, para rematar con un arroz a banda cocinado con el caldo de los peces y más crustáceos marinos), una buena paella ibicenca elaborada con el suquet de pescado o una rica fideuá.

Puesta de sol desde el Hostal Restaurante La Torre, en Ibiza.

Las mejores e icónicas puestas de sol se pueden disfrutar desde Hostal Restaurante La Torre, con un chiringuito que ha sabido explotar la ubicación privilegiada con que le ha obsequiado la naturaleza. Con un montaje curioso y un servicio ágil y atento, ofrece una carta corta de platos sin complicaciones (croquetas, calamares, pimientos de Padrón, patatas bravas, ensaladas, ceviche de corvina, pollo marinado y lomo de vaca, entre otros) muy subidos de precio, pues exigen una consumición mínima de 100 euros por persona para poder ver este espectáculo de la naturaleza. Si declinas pasar por caja, también puedes deleitarte del mismo ocaso en el acantilado próximo, donde la esfera incansable del sol tiñe de naranja el atardecer antes de sumergirse en un Mediterráneo plácido.

San Antonio también posee una estrella Michelin, con el restaurante Es Tragón, la segunda con que cuenta Ibiza (la otra es La Gaia). Quizás lo más sorprendente del establecimiento es la puesta en escena de cada plato, con una vajilla singular; pieles de conejo a modo de salvamanteles; la definición última de los platos delante del comensal; y, por supuesto, el pase por la barra, con vistas a la cocina e intervención directa de su chef Álvaro Sanz, quien explica los bocados a modo de aperitivo elaborados con plantas endémicas marginales de la isla, que tratan de recuperar en colaboración con el Botánico Biotecnológico, como Ficoide glacial o vinagrillo, pero también con flores o algarrobo, como base de platos de gran vistosidad e intenso sabor.

Entrada al Restaurante Es Tragón, con una estrella Michelin.

Su apuesta por reinterpretar recetas antiguas con un toque desenfadado y por actualizar cocinas de otras civilizaciones unidas por el Mediterráneo le brindan al menú Erizo (uno de los que se pueden degustar, no hay opción de comer a la carta), algunas elaboraciones muy curiosas, como Brasa de patata ibicenca y cebolla; o Jamoncito de cordero lechal, Sirvia en salazón de cítricos, Pechuga de pichón, Sobrasada de boniato y cococha, maridado con tomate y alioli casero. Y otras, incluso valientes, al atreverse a versionar el Garum romano con pulpo e hinojo.

Paseo por los bares

Con un equipo muy joven y en un chalé rodeado de foresta a modo de oasis apartado del bullicioso San Antonio, el menú degustación continúa con un paseo simbólico por los bares de España con paradas en algunas localidades como Costa Brava con Fideuá de gamba roja, fideos en paella o Las dos Castillas con Gallina en pepitoria, guiso de almendra, azafrán y jerez.

En el apartado de Contundencias, el chef se esmera especialmente en los Lazos de sepia, hígado de rape y consomé con hojaldre de alga nori y en la Castañeta de cerdo ibérico glaseada, con crema de hongos y remolacha; pero sobre todo resulta emocionante el Pastel de apio bola, grasa de boniato, ñoqui de chufa y chirivia, donde con un efecto transgresor consigue emular una carne a base de varias raíces y tubérculos. En cuanto al Mundo Dulce, Sanz sigue una progresión que va desde un comienzo fresco y frutal con Melocotón fermentado, su hueso y tarta helada de albaricoque, hasta llegar a su Homenaje al chocolate, con distintos tipos de porcentaje de cacao.

El apartado de los quesos es un disfrute memorable para los turófilos, por seleccionar algunas joyas poco conocidas pero de extraordinaria potencia y sabor como Trufa melanosporum, leche de vaca ibicenca y cuajo de animal de 30 días de maduración o el Queso azul de lechuga de mar, leche de cabra, cuajo de animal de 60 días de maduración.

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