Tiempo para que te acunen sus aguas esmeraldas, salpicadas de pececillos plateados, tiempo para volar entre sus cielos estrellados, tiempo para sumergirte en las páginas de un buen libro, tiempo para meditar al son del arrullo del Caribe, tiempo para dejarte mecer por su brisa cálida, tiempo para saborear su pérdida sin nostalgia, tiempo para abandonarse al placer de su olvido, tiempo para sentir la felicidad de su extravío… Este tiempo es el mayor de los tesoros que se esconde en el paraíso acuático de Bocas del Toro en Panamá.
Este archipiélago de más de 10 islas y miles de islotes, considerado como el Galápagos del Caribe, es uno de los lugares de mayor diversidad biológica del planeta. No en vano pertenece a la red mundial de Reservas de la Biosfera declaradas por la Unesco. El desarrollo económico de la zona intenta conciliar el cuidado de sus tesoros naturales con la próspera industria turística, que atrae a visitantes de todo el mundo, pero sobre todo a norteamericanos y canadienses en temporada alta (de noviembre a marzo), que acuden en busca del calor del trópico.
El último viaje de Colón
Las 2 islas más grandes son Colón, que lleva el nombre del Almirante, al haberla visitado en 1502, y Bastimentos, donde la expedición del cuarto viaje del navegante tuvo que refugiarse y aprovisionarse en este islote, de ahí el nombre que significa abastecimientos o suministros. En éste su cuarto y último viaje transoceánico, Cristóbal Colón tenía el firme propósito de encontrar la ruta de las especias, el ansiado paso a Asia, porque aún desconocía la existencia de un nuevo continente y mucho menos la del Océano Pacífico. Sin embargo y tal como se narra en el libro Cabeza de Vaca, el almirante era marino y aunque en la bahía de Chiriquí (en el Panamá continental) inició la ruta terrestre de 9 días que le habían recomendado unos nativos asegurándole que se toparía con otro océano diferente -prácticamente la misma zona donde en el siglo XX se construiría el Canal de Panamá-, al poco decidió no continuar al considerarlo demasiado peligroso. De haberlo hecho, habría sido el descubridor del Pacífico, privilegio que se llevó el extremeño Vasco Núñez de Balboa en 1513, quien después de cruzar el ismo de Panamá defendió que la Indias eran otro continente.
La Isla de Bastimentos
En la isla de Bastimentos, donde hay más infraestructura turística junto con Colón que en otros islotes, preferiblemente pequeños hoteles con cabañas sobre el Caribe, es donde se encuentra el Hotel Eclypse de Mar. Un lugar idílico rodeado de agua y de una reserva natural en tierra, en la que se pueden observar en un entretenido paseo desde perezosos, monos de cara blanca, osos hormigueros, pasando por diversas especies de diminutas ranas, colibríes, arañas, tortugas, hasta armadillos, caimanes e incluso la boa constrictor.
El Hotel Eclypse de Mar tiene habitaciones distribuidas dentro de esta reserva y bungalós sobre el mar, con una amplia habitación, cama king size, mosquitero, baño equipado, sala de estar con una apertura bajo la mesita del salón para divertirse mirando las variedades de peces y una terraza de madera desde la que observar el ocaso, con acceso privado al Caribe.
Los desayunos se pueden degustar en las zonas comunes del hotel o en la habitación sin coste añadido y ofrece café o té, fruta, zumo natural, huevos, yogur con granola y pan de coco (típico de la isla) con mantequilla y mermelada. El restaurante del hotel de corte sencillo tiene una oferta basada en ensaladas, sandwich, ceviches y pescado del día, como lenguado o atún, y langosta y pulpo.
Gastronomía local
Si se quiere variar, una posibilidad es coger un bote taxi por 5 dólares por persona y acercarte a la próxima isla de Colón, a 7 minutos en lancha, para degustar una comida caribeña en el Restaurante Coco Gastronómic, donde su especialidad son los bapé (pequeños bocadillos de pan de coco rellenos de pollo, camarón y pulpo, aderezados con curry u otras salsas exóticas). Otra opción es acercarse a pie o en bote a la cercana localidad de Bastimentos en la misma isla que lleva su nombre.
Desde el hotel se ofrecen diferentes excursiones para visitar otros islotes, hacer snorkel por los arrecifes de coral, bañarse en playas paradisíacas de arena y blanca y agua turquesa y disfrutar con su fauna y flora, por la diversidad de los manglares para observar desde estrellas marinas, pasando por multitud de peces de colores, delfines y hasta la tortuga Carey, no en vano en Bocas del Toro desovan 4 especies de tortuga.
Una gran parte de este ecosistema coralino y sus bosques de manglar están protegidos, ya que Panamá posee el 35% de todo el manglar de Hispanoamérica. Una excursión muy recomendable es la de Cayo Zapatilla, que reúne todos estos atractivos, a los que hay que añadir una parada gastronómica en uno de estos islotes para degustar pescado y marisco fresco preparado al estilo de la cocina panameña con salsa criolla, ajillo o curry al coco.
