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Hotel Botaniq, un oasis de paz y comodidad escondido frente al Mediterráneo almeriense

Se camufla bajo un manto de vegetación boscosa para transportarnos al sudeste asiático alejado del bullicio de Mojácar
Hotel Botaniq.
Hotel Botaniq, ubicado en Vista de los Ángeles-Rumina (Almería).

Con tan solo 14 habitaciones diseminadas en forma de bungalows por un mini bosque de palmeras, eucaliptos, pinos y cañaveral que oculta camas balinesas, una piscina y acequias acristaladas, el Hotel Botaniq llena de sosiego y confort a sus privilegiados huéspedes.

Con el concepto de solo adultos y alejado del bullicio de la localidad almeriense de Mojácar, ofrece acceso directo a una playa poco frecuentada con servicio de tumbonas exclusivo para clientes del hotel. Un lujo en tiempo de Covid, donde se cumple a rajatabla el imprescindible distanciamiento social.

Las habitaciones, algunas de ellas con vistas al mar, se sitúan en casitas con terrazas y azoteas donde albergan bañeras de piedra de una sola pieza como si fueran esculturas. Preciosas de ver e ideales para disfrutar al atardecer, cuando desciende el calor estival y te dejas mecer por la brisa de los árboles que trae una sinfonía de chicharras y pájaros.

Muy espaciosas, algunas casi a modo de suite, cuentan además con una zona de estar unida al amplio baño y a la propia habitación en un diseño diáfano y muy luminoso, donde prima el blanco y crema de algunas de sus paredes de piedra.

Silencio monacal, cama king size y aire acondicionado garantizan un buen descanso.

Para iniciar el día, nada mejor que un delicioso desayuno a la carta que te pueden servir en la habitación, compuesto de zumos y batidos naturales, fruta, panes y croissants y distintas elaboraciones de huevos y tostadas. Aparte de su exclusividad, confort, relax y ubicación, otro de los grandes alicientes del hotel es su restaurante Xmile, liderado por Miguel Ángel González, formado en los fogones de Quique Dacosta y Sergi Arola, que asombra con apuestas arriesgadas basadas en producto local y elaboradas con técnica y desenfado.

Sin duda la mejor oferta culinaria de Mojácar, tanto por su sofisticación como por su calidad, con guiños a otras gastronomías como la asiática y la sudamericana.

Platos memorables

Algunos de sus platos son memorables, como el Tartar de atún rojo con foie y la Facera de atún de almadraba al curry rojo con puré de boniato. Otras elaboraciones como el Ceviche de mejillones y coco, el Carpaccio de carabinero frito del revés y helado de remolacha, el Sashimi vegetal de sandía, gazpacho acevichado y frutos secos y el Paté de conejo en escabeche, velo de amontillado y aire de zanahoria, también son recomendables.

En los pescados, son exquisitos el Ceviche caliente de Gallo Pedro, carbón vegetal y maíz ahumado; y el Bogavante asado con salsa holandesa de yuzu y gofre especiado.

Deje espacio para los postres y si es amante del chocolate, no pierda la oportunidad de probar su apuesta por el cacao y plátano estofado muy lentamente.

Por poner alguna pega al hotel, el servicio es inexperto y poco empático, una pena porque distorsiona una experiencia que podrá ser inolvidable si se mejora este aspecto esencial.

Los alrededores del hotel permiten caminar o correr viendo el mar por dos extensos y muy bien ajardinados paseos marítimos, que van en dirección a Mojácar playa y el otro a Garrucha, ya que las playas, pese a ser kilométricas, presentan un firme complicado al carecer de arena compacta.

El agua cálida y turquesa compensa una entrada engorrosa de guijarros, que aconseja el uso de cangrejeras.

Deportes náuticos

La variabilidad de los vientos facilita practicar deportes náuticos como la navegación a vela (de hecho el hotel te ofrece el alquiler de un velero), el key surf y el surf.

Para los amantes del mountain bike, hay preciosos senderos por los acantilados y montañas circundantes de color anaranjado por la antigua presencia de minas de hierro, que en algunos casos conducen a torres nazaríes y a antiguos castillos en forma de herradura, como el que se ubica en la cercana y salvaje Playa de Macenas, lo que atestigua el rico pasado de la zona forjado por el paso de numerosas civilizaciones como fenicios, griegos, romanos, visigodos y musulmanes, que se dieron cita en estas tierras y cuyos vestigios caracterizan la historia y la arquitectura de Mojácar, localidad aupada a los faldas de un cerro.

Este singular pueblo bien merece una visita para descubrir sus callejuelas con sabor andaluz, sus recolectas plazas, su fuente árabe, iglesias y los miradores para disfrutar de una preciosa puesta de sol y perder la mirada en la extensión de sus valles que mueren en el Mediterráneo. La Iglesia de Santa María del siglo XVI, la plaza del Parterre construida sobre una necrópolis árabe, los miradores del Castillo y de la Plaza Nueva, la Fuente de Mojácar, de origen árabe y escenario histórico en 1488 de la embajada enviada por los Reyes Católicos para la rendición pacífica de la ciudad, el museo etnográfico Casa de la Canana, y el barrio del Arrabal son algunos de los lugares emblemáticos de este bello enclave, que comenzó un período de decadencia a mediados del siglo XIX hasta la década de 1960, cuando artistas y escritores deciden trasladarse a Mojácar y el turismo posterior empieza a invertir la tendencia.

Alternativas culinarias

La zona ofrece otras alternativas culinarias reseñables. Por ejemplo, en el propio Mojácar playa destaca el Restaurante Cabo Norte, regentado por María Moreno, que en un jardín con encanto plantea una oferta honesta de cocina de producto. Con más de tres décadas en los fogones, huye de estridencias para atraer a los comensales con platos de pescados a la brasa y guisos tradicionales, a los que complementa con alguna creación más elaborada como el Carpaccio de atún rojo o las Gambas rojas al ajillo. Servicio serio y eficaz.

Otra posibilidad más desenfadada es el chiringuito Aku Aku. Sobre la misma playa, uno puede disfrutar de unas buenas sardinas en espeto, salmonetes fritos, calamarcitos a la plancha, delicioso atún rojo tanto en ventresca como lomo, gambas rojas de Almería y otros pescados locales como los Galanes. Camareros ágiles y simpáticos. Es un local que también se distingue por tener conciertos en vivo de artistas prestigiosos, sobre todo relacionados con el flamenco (Jorge Pardo, Pepe Habichuela o Josemi Carmona, entre otros), aunque  la pandemia del coronavirus ha mermado el calendario de eventos.

Pero para degustar la gamba roja, es preciso acercarse a la próxima localidad de Garrucha que le da su sobrenombre. Allí la oferta es más amplia y de calidad. También debería de refrendarla el servicio de mesa, pero a veces se yerra incluso en los restaurantes de más fama, que vivieron tiempos pasados mejores, al igual que su jefe de sala que debería aconsejar a sus comensales sobre el producto más fresco y eliminar de las vitrinas los peces que hace tiempo abandonaron el mar.

Experiencia controvertida, por lo tanto, en el Restaurante Escánez, defraudada por un servicio trasnochado y que sin embargo, tuvo su climax culinario con una extraordinaria fritura de galanes (pescado delicioso de carne blanca y delicada y único debido a que su pesca está muy controlada y se captura casi exclusivamente en Garrucha) y sobre todo unos camarones macerados en limón, plato antológico para el recuerdo, tanto por la textura del crustáceo de increíble tamaño, como por el yodado sabor intensificado por sus huevas azules.

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