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Una coyuntura crucial

Por: Alberto Cagigas
La escabechina del coronavirus, al margen del ámbito sanitario, ha provocado que a día de hoy España siga sin recuperar el 40% del tejido empresarial prepandemia.

Uno tiene la sensación de que nos encontramos en un punto de inflexión tanto histórico como económico que marcará nuestro destino durante los próximos lustros. La escabechina del coronavirus, al margen del ámbito sanitario, ha provocado que a día de hoy España siga sin recuperar el 40% del tejido empresarial prepandemia, ha incrementado el desempleo, ha disparado el déficit público y ha empobrecido en general a la sociedad. Ese efecto puede ser demoledor para comunidades autónomas como Castilla y León, que si bien en los datos macro no sale malparada en la foto, sigue sin saber ni poder solucionar su principal problema, la acuciante despoblación de unos municipios envejecidos.

Dicen en la Junta que 2021 es el año de la remontada y que 2022 será el de la recuperación, impulsada por el maná de los fondos europeos. Pero para ello deben de cumplirse al menos 3 requisitos: engrasar la colaboración público-privada para desarrollar proyectos generadores de riqueza y empleo, pelear con el Gobierno central para que ninguna plañidera región de las llamadas históricas nos hurte los dineros de la UE que nos corresponden y evitar que esos fondos se desvíen a fomentar canonjías y favorecer a los ventajistas y lacayos que mariposean sobre los numerosos césares del Estado de Autonomías.

Mayor caída de la actividad económica

Coincide esta coyuntura crucial, y no es una exageración el epíteto al registrar la mayor caída de la actividad económica en tiempos de paz, con la lectura del imprescindible libro Castellano, de Lorenzo Silva, cuyo original ensayo, donde mezcla literatura, diario de viajes e historia, nos ilustra magistralmente sobre el origen del declive económico del territorio mesetario desde hace más de 5 siglos. Sin duda, esta obra avala su aforismo: “el poder de la invención para destilar las verdades esenciales”.

Defiende el escritor madrileño con raíces salmantinas (y andaluzas, qué contraste tan enriquecedor) que estas tierras han sido esquilmadas de recursos y hombres desde que aquel foráneo Carlos I de Castilla y V de Alemania utilizó las riquezas de sus súbditos castellanos para apuntalar sus sueños de emperador en Europa pagando a banqueros europeos y sobornando a príncipes germanos. Fulminó con sangre la rebelión comunera surgida ante tamaña injusticia y a partir de ahí empieza una decadencia inconclusa, que como una maldición bíblica condenó a las generaciones venideras.

Una región con cada vez menos habitantes

Y esa discriminación ha permanecido, cuando no aumentado, en el tiempo pese a regir nuevas dinastías de la realeza, nuevos gobiernos y nuevos sistemas políticos, incluida la democracia. Todos se ocuparon de asegurar que la riqueza afluyera a otros territorios más díscolos con el poder central, “mientras la avasallada y enmudecida Castilla se quedaba cada vez más al margen”, sostiene Silva. Y en esas estamos, porque una región con cada vez menos habitantes, descapitalizada de cerebros y músculos durante decenios para apuntalar el imperio de ultramar o la industrialización de otros territorios, pierde influencia en el mercadeo de votos ante unas elecciones generales. Pero no hay que caer en el desánimo, porque como destaca Silva, un territorio esquilmado, confiscado y discriminado durante más de medio milenio como éste tiene “que haber sido mucho para acertar a seguir siendo, cuando prácticamente se es ya nada”.

Y al igual que la inteligencia del campesino castellano le hace ser consciente “de que sólo de su esfuerzo puede esperar recompensa; con él se enfrenta a la sequedad de la tierra y la inclemencia del tiempo”, ha llegado el momento de luchar por esos fondos comunitarios, diseñar proyectos realistas y productivos y, sobre todo, promover la imagen de que Castilla y León es tierra de acogida para la actividad económica. Algo que no se cansa de explicar, a quien quiera escuchar, este humilde foramontano, quien siendo veinteañero hace justo un cuarto de siglo fundó con su mujer en estos pagos una empresa en el complicado sector de los medios de comunicación. Porque, otra vez Silva, Castilla y León no estará abatida “mientras haya seres humanos y éstos conserven alguna memoria de los logros de su especie”.

1 comentario

  1. Estoy de acuerdo y comparto tus argumentos.

    Yo creo que independientemente de no esperar mucho del Gobierno Central, desde nuestra Región, deberíamos de intentar que el ámbito rural tengan mayores infraestructuras de comunicación para que podamos incrementar el número de empresas en zonas rurales, así como la nueva profesión surgida durante la Pandemia, (tele trabajadores).

    No discuto lo de el Emperador pero hace 500 años de éllo, debemos de tener imaginación y ganas, al objeto de conseguir que toda la Comunidad sea un lugar excelente para generar riqueza.

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