Algún día de mayo de 2024, llamada telefónica de Iván Sanz: “Eduardo, ¿te viene bien comer juntos?“, pues dicho y hecho. En casa de Dámaso convinimos un plan: un homenaje a su padre, don Luis. Ya estaba malito, pero aún así echamos un buen rato regado de un magnífico Gran Reserva Luis Sanz Bustos. El resultado de aquel almuerzo fue un día precioso que celebramos unos días después con motivo del Congreso Regional de EFCL. En su casa, en la Dehesa, con la participación del presidente Mañueco, el alcalde Jesús Julio Carnero y el recién elegido presidente de la asociación Isidoro Alanís, el matrimonio Mari Luz y Luis, sentados bajo la sombra, recibieron el cariño de sus amigos empresarios de Castilla y León. Una placa, sonrisas, lágrimas, abrazos y besos, adornaban el ambiente de una bodega que brillaba más que de costumbre.
Honrar en vida
Qué bien lo hiciste, querido Iván. Y es que es un error esperar al final para celebrar y honrar. ¿Para qué esperar? Pues eso, mejor celebrar y honrar en vida a aquéllos que lo merecen, a aquéllos a quienes queremos. Como es el caso de Luis Sanz. Hombre generoso, trabajador, pionero en la Ribera del Duero, forjador de sueños, innovador con sus vinos. Preciosa esa Dehesa de los Canónigos siempre. Más que una bodega, una casa familiar, siempre abierta a los amigos.
El Quinta Generación, el clarete Luzianilla, el super ventas Dehesa, el Gran Reserva Luis Sanz Bustos y el nombrado Solideo, por cierto bonito nombre -sólo ante Dios-. Algunos de los éxitos de Luis y familia. Y el mayor de los éxitos de don Luis, su suerte, y la de su esposa, es tener a 4 hijos como 4 soles que han heredado su legado y el amor por las cosas bien hechas. Iván y Belén, en especial, cuidarán cada grano de arena de la finca, cada cepa, cada botella. Sonrisa al frente, nobleza castellana, seguís adelante con el sueño de los padres como propio.
Antes uvas que cubas, seguro que ya lo saben los ángeles de allí arriba.