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El producto local de temporada marca la impronta del restaurante bilbaíno Mina

Por: Luisa Alcalde, socia fundadora de Castilla y León Económica
La cocina vasca de altura se renueva con jóvenes cocineros como Álvaro Garrido, que despliega su maestría frente a la emblemática ría de la capital vizcaína
Museo Guggenheim
Vista del Museo Guggenheim y del Puente de La Salve desde la terraza del Gran Hotel Domine de Bilbao.

La ribera del Nervión ya no es lo que era. Quienes hemos correteado, con los pasos de la infancia, a la orilla de la ría color chocolate durante décadas, la recordamos obscura y densa de suciedad, en los días lluviosos de hollín procedente de los altos hornos que tiznaba de gris una atmósfera, ya de por sí ceniza. Y no hay nostalgia en esta frase, sino satisfacción por la recuperación que se ha conseguido del curso fluvial, que forma parte de la gran transformación que ha registrado Bilbao en los últimos años, junto con el adecentamiento del Casco Viejo, el incremento de la seguridad ciudadana y el lavado de cara del Ensanche, la metamorfosis del barrio de Irala hasta convertirlo en el Notting Hill de la capital vasca y la acertada, aunque arriesgada en aquella época, construcción del Museo de Guggenheim, como emblema de esa revolución urbanística, cultural y social.

Ambiente cálido pero sobrio

Volcado a esa renovada ría y a la altura del mercado de abastos cubierto más grande de Europa, se sitúa el Restaurante Mina, en un antiguo acceso a un yacimiento que existió en el pasado, concretamente la mina de hierro de San Luis; de ahí su nombre. En un ambiente cálido pero sobrio se distribuyen la barra de una única pieza de roble para 8 comensales con vistas a la cocina abierta y las 6 mesas sin mantel, pero con la cubertería como estrella de la mesurada puesta en escena.

En este espacio cuidado, donde se combina piedra y madera, Álvaro Garrido, uno de los jóvenes cocineros vascos que ostenta una estrella Michelin desde 2016, despliega toda su maestría con una cocina de temporada basada en producto local kilómetro 0.

Garrido, que visita a diario el Mercado de la Ribera para conseguir la mejor materia prima de pequeños productores que protagoniza un menú degustación único con una opción más reducida, apuesta sobre todo por los pescados y mariscos, junto con las verduras y hortalizas.

La técnica depurada con escasa mezcla de ingredientes para distinguir sin problemas los productos y potenciar sus matices, se disfruta en platos como el Mejillón, coco, citronella y picante; Chicharro ahumado al romero, coliflor y sidra; Ostra Guillardeau a la parrilla con esencia de cigalas; Sopa de changurro y yema de huevo de caserío en salmuera; y Vieira curada en alga Kombu con guiso de piel de cerdo.

Y se observa destreza excepcional en la ejecución de los jugos, fondos e infusiones con sabores bien definidos, sobre todo en el manejo de las hortalizas como en Cremoso de ajo negro e infusión de champiñón; Royal de cebolla morada de Zalla y caldo de chipirón; y Berenjena confitada al té rojo y gamba blanca.

En los platos más contundentes, donde también hay presencia del pescado como en el Bonito del Golfo de Vizcaya con jugo de sus espinas y vinagreta agridulce; y en Cocochas de bacalao confitadas con jugo de berberechos; cede el protagonismo a las carnes con Papada ibérica a baja temperatura con cigalas y Solomillo marinado, a la brasa con emulsión de especias. Los postres, anodinos, donde quizá el más apetecible el Tamarindo, toffee y perrins. La bodega de pequeños productores y un servicio joven y comprometido con el proyecto completan la experiencia.

Gran Hotel Domine

Para deleitarse con el Bilbao rabiosamente moderno, una opción insuperable para alojarse es el Gran Hotel Domine, cuyo sorprendente diseño interior es obra del aclamado ilustrador Javier Mariscal y Fernando Salas. Ubicado frente al Guggenheim y con una arquitectura singular, el establecimiento ofrece 145 habitaciones y una variada oferta culinaria con un restaurante de alta gastronomía, otro para almuerzos y un bar para saborear un cóctel. También posee spa, gimnasio y parking.

Los espacios comunes son amplios y las habitaciones especiosas, algunas con vistas al museo, y dispuestas en torno a un patio interior circular de atractivo diseño, son confortables y acogedoras.

Con categoría de 5 estrellas, destaca sobre todo por su situación, frente al Guggenheim y a 500 metros de otros museos, como el de Bellas Artes y el Marítimo, y por las vistas desde su terraza, en la que se sirven unos magníficos desayunos, con gran calidad de sus platos calientes. El servicio atento y profesional garantizan una gran estancia.

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