Viveros Campiñas prevé alcanzar una facturación de alrededor de 50 millones en 2025, casi un 20% más que el año anterior. Pese a la pasada pandemia, el crecimiento registrado por esta cooperativa con sede en Chañe (Segovia) ha sido sostenido en los últimos años.
Constituida en 1999, centra su actividad en la producción y comercialización de productos agrícolas. En concreto, el 75% de su negocio es el vivero de plantas de fresa y frambuesa, siendo uno de los mayores del mundo en cuanto a la calidad y cantidad de la planta producida.
Líder europeo en producción de alveolos
En algunos formatos, como alveolos, es el productor más importante de Europa. De las de fresa exporta el 40% a países como Marruecos, Egipto y Brasil, entre otros. El 25% restante se corresponde con frutas y hortalizas, principalmente puerros y zanahorias en rama, “todo de máxima calidad y en los últimos tiempos una creciente línea de negocio de fresa fruta de verano”.
En la actualidad, la cooperativa, que está integrada por 6 socios y tiene terrenos e instalaciones en municipios de Segovia y Valladolid como Íscar, Villaverde de Íscar, Pedrajas de San Esteban, Alcazarén y Hornillos de Eresma, está inmersa en distintas iniciativas para mejorar sus productos a través de procesos, sobre todo internamente, y con proyectos de I+D+i.
Mejora de técnicas productivas
En los últimos años ha trabajado en mejoras de técnicas productivas de los terrenos de cultivo con enmiendas y adaptación de las texturas del suelo. “El riego es muy importante y todo se hace controlado por ordenador para limitar el uso de agua, abonos y medicinas para las plantas. Se ha invertido en todas las infraestructuras hidráulicas para optimizarlas y adaptarlas a los estándares modernos”, destaca Gustavo Herranz, gerente de Viveros Campiñas.
A nivel producto, colabora con los mayores obtenedores de variedades en el mundo para desarrollar nuevas adaptadas a los mercados y necesidades de los clientes. A esto se suma su apuesta por la gestión de normas de calidad para poder manejar la complejidad de la cooperativa.
1.200 hectáreas de cultivos
En cuanto a las instalaciones, dispone de una explotación de 1.200 hectáreas de cultivos intensivos de regadío y 25.000 metros cuadrados de naves agrícolas y de transformación en varias localidades, “siempre en zonas rurales”.
Precisamente, en 2021 se construyeron nuevas instalaciones con una superficie de 5.000 metros cuadrados para la industria agroalimentaria, con una inversión de tres millones de euros, “diferenciándolas completamente del negocio agrícola y de vivero y enfocadas al procesamiento de alimentos con los más exigentes estándares de calidad”.
Desinfección de suelos
En opinión de Herranz, el sector viverista adolece de varias problemáticas endémicas. “Una principal es la eliminación de materias activas para tratar las plantas, que luego se venden vivas. Esto es esencial, ya que garantizará la sanidad de éstas cuando se envíen al cliente, pudiendo cumplir con los restrictivos reglamentos de comercialización de planta certificada. En concreto, se necesitan materias efectivas para la desinfección de suelos”, apunta. Las demás cuestiones a tener en cuenta son las comunes de esta área de actividad, como tener terrenos adecuados para cultivar y rotar, la falta de agua o mala calidad de ésta en algunas zonas, a lo que se añaden que la cooperativa está ubicada en una zona rural con escaso desarrollo de servicios, población envejecida y falta de mano de obra de todas las cualificaciones.
“Como nota positiva es que los trabajos que se hacen en Viveros Campiñas tienen un gran componente manual y se necesita personal. Mucha gente que trabaja es extranjera y se ha instalado en pequeñas poblaciones, ayudando a mantener la vida rural, contribuyendo a la repoblación y al rejuvenecimiento de estas zonas”, puntualiza el gerente de la citada cooperativa segoviana.
Más información en el número de noviembre de la revista Castilla y León Económica