“Hacemos vinos diferentes porque queremos hacer vinos diferentes, y me explico. En el mundo del vino aún se vive en el clasicismo más puro. Si lo comparamos con la cocina, estaríamos como hace 30 años, donde hacer alta cocina sólo podía ser al estilo francés. En el vino ocurre exactamente lo mismo, toda la enología que se aplica es traslación de la forma de elaborar desarrollada por los franceses en los siglos XIX y XX, un copia y pega, con algunas pequeñas modificaciones locales. No hay desarrolladas formas de elaboración de vino españolas, propias de cada zona, salvo excepciones. Es decir, los blancos se elaboran igual en todos los lugares. Las había, y algunas quedan, como Jerez, Fondillón o dorados. Hasta hace poco algunas persistían en elaboradores locales, como el madreo en León. En el vino actual, es un axioma que el único factor de calidad es la procedencia de la uva (origen en el modelo francés de clasificación de los viñedos en crus). Sin embargo, nosotros pensamos que no es el único factor, y que aunque el origen es muy importante, creemos que hay más factores que influyen, al menos otros 2 más: el oficio (conocimiento o know-how) y la creatividad, ambos de carácter humano”.
Toda una declaración de intenciones de Roberto Martínez Ramos, alma mater de Vinos Malandrín, un proyecto que alumbró en 2011, cuando, a la sazón, trabajaba como asesor de bodegas castellanas y leonesas, algunas de Zamora entre ellas, donde descubre “viñedos con un potencial maravilloso que estaban infravalorados. De hecho, sus uvas se vendían para elaborar vinos a granel. Empecé a elaborar 2 vinos, un tinto y un blanco, en una bodega en alquiler en Zamora. En 2018 trasladamos el proyecto a la Milla de Oro de la Ribera del Duero, en concreto en Olivares de Duero (Valladolid) donde hemos rehabilitado una nave agrícola, y donde hemos podido crecer y ahora estamos elaborando 6 vinos de 3 zonas diferentes del Duero”.
Vinos buenos y distintos
El propietario de Vinos Malandrín incide en su visión del sector y en la filosofía de su proyecto: “en el vino, aunque resulte paradójico, con distintos tipos de uvas se intentan hacer vinos iguales unos a otros, según la moda. Nuestra idea desde el principio ha sido hacer vinos buenos y distintos. Buenos, porque si no es bueno no te lo van a comprar; y distintos, porque estamos cansados de la monotonía en nuestro sector. Podríamos hacer vino con denominación de origen y no lo hacemos, porque pensamos que eso nos limita en lo que podemos elaborar. Queremos ser libres para hacer los vinos que nos gustan, y que por suerte cada vez hay más y más gente con la mente abierta, especialmente sumilleres, que están apostando por nuestros vinos, poco conocidos, frente a otras referencias con mucho más recorrido. Para nosotros no es cuestión de cuántas botellas producimos, sino de la calidad de esas botellas y de a quien llegan”.
Martínez Ramos lleva trabajando casi 20 años como enólogo y unos cuantos más en temas de viñedo. En el proyecto también participa Belén, su pareja. En 2022 elaboraron 13.000 botellas, 9.000 de blanco y 4.000 de tinto y la previsión para 2023 es crecer un 20%, hasta las 16.000 botellas. Su idea es seguir incrementando la producción de forma gradual hasta llegar a las 40.000 botellas que consideran su tope.
Gama de blancos y tintos
Dentro de su gama de productos se encuentran Malandrín Blanco, vino joven elaborado con verdejo; Bobó Godello, blanco con crianza en barro elaborado con godello; y Gran Bobo, blanco de parcela con crianza en madera a partir de uvas godello y verdejo. En cuanto a los tintos, Malandrín Superior, con 24 meses de barrica, monovarietal de tempranillo; Jilbo, con paso de 12 meses por madera y elaborado con uvas Juan García y tempranillo; y Bobo VT, tinto de vendimia tardía.
Vinos Malandrín también es un caso especial en el ámbito de la comercialización. Si bien es habitual que las bodegas pongan el foco en los mercados exteriores, en este caso la exportación es de apenas un 10% y concentrada en un mercado, los Países Bajos, si bien su objetivo es empezar a vender en EE UU y Suiza. El resto se vende en el mercado nacional.
Agricultura ecológica
“Todas nuestras uvas proceden de una viticultura tradicional libre de pesticidas y la mayoría además están certificadas en agricultura ecológica. Son de viñedos viejos, la mayoría de alrededor de 70 y 80 años, aunque nuestra viña más vieja es un verdejo segoviano, plantado a pie franco hace más de 200 años”, explica el bodeguero.
Para conseguir que cada uva exprese su máximo potencial, elaboran la mayor parte de los vinos por parcelas y al final es cuando proceden a unirlos para conseguir el vino que quieren. Todas las fermentaciones de la bodega las desarrollan levaduras salvajes que vienen en la uva, “lo que provoca que el vino acentúe el carácter propio”, subraya Martínez Ramos.
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