El inmortal ejemplo de Scott

Hastiado de los bárcenas, la corrupción rampante, la larga crisis, los sobres con dinero negro y, en definitiva, de este lodazal llamado España, me sumergí en la lectura del excelente libro La carrera al Polo Sur, donde el científico Javier Cacho Gómez narra el duelo entre el noruego Amundsen y el británico Scott por ser el primero en llegar a este inhóspito enclave de la Tierra. Y en esas páginas me encontré un perfecto manual de supervivencia muy válido para los actuales tiempos.
Vaya por delante mi admiración por esta obra de Cacho Gómez, quien con su escritura nos sitúa en la piel de los heroicos exploradores, con sus miedos, envidias, penurias, sacrificios, compañerismo, disputas y agonías. Se nota que conoce bien esa temida naturaleza pues en los años 80 fue miembro de la primera expedición científica española a la Antártida. En esta España actual no tenemos mortíferos glaciares, ni cortante hielo, ni densa niebla, ni fríos vientos huracanados, ni temperaturas a menos de 50 grados bajo cero. No, pero padecemos otros peligros en el ámbito empresarial y profesional tan amenazantes como los descritos en el desierto de hielo. En esta coyuntura económica, muchos piensan tirar la toalla. Scott, en esas situaciones, nos ofrece una lección impagable. Al alcanzar, por fin, el Polo Sur, tras una agónica travesía durante casi 3 meses de 1.300 kilómetros (300 kilómetros más que la distancia entre el norte y el sur de España), el oficial británico descubrió que los noruegos ya se le habían adelantado. Lógicamente, el reducido grupo de 5 exploradores quedó totalmente abatido. Pero en vez de desmolarizarse más, escribió en su diario: “Ahora nos toca regresar en una lucha desesperada por ser los primeros en dar las noticias. Me pregunto si lo lograremos”. A eso se le llama sobreponerse al fracaso. Puesto que no había sido el primero en llegar al Polo Sur, al menos intentaría ser el primero en comunicar al resto de la Humanidad que ambas expediciones habían conseguido la proeza.
Sus últimas frases
El diario de Scott, cuya estrategia fue posteriormente muy cuestionada por sus trágicas consecuencias, es sobre todo un canto a la dignidad humana, aunque uno se vea envuelto en las peores circunstancias y con la muerte, en forma de nieve y frío, acechando tras la delgada tela de la tienda de campaña. En sus últimas palabras no hay reproches, ni excusas, ni vacuo heroísmo, sino la entereza de un espíritu noble escribiendo a duras penas con las manos ya casi congeladas: “Si hubiéramos vivido, habría podido contar una historia que hablase de la audacia, la entereza y el coraje de mis compañeros, que habría conmovido el corazón de los ingleses. Tendrán que ser estas improvisadas notas y nuestros cadáveres los que la cuenten”.Y es que uno puede caer, y más en esta España enlodada, pero con la cabeza alta, con un orgullo que no puede ser ni embargado ni requisado.
Meses después, cuando el barco de rescate de la fracasada expedición británica levantó anclas de la Antártida para regresar a la civilización, dejando enterrados en la nieve los cuerpos de sus 5 compañeros, los carpinteros de la nave levantaron una cruz de madera sobre el campamento de la península de Hut Point, en la que grabaron los nombres de los fallecidos y un verso del poema Ulises, de Alfred Tennyson: "Esforzarse, buscar, encontrar y no ceder".
Comentarios
1# Enviado por Angel Vasallo el jueves 31 de julio de 2014 a las 21:15
2# Enviado por Alberto Cagigas el lunes 4 de agosto de 2014 a las 09:13
3# Enviado por Antonio el jueves 31 de julio de 2014 a las 19:20
4# Enviado por Alberto Cagigas el lunes 4 de agosto de 2014 a las 09:18
5# Enviado por FERNANDO ALFAGEME el viernes 8 de febrero de 2013 a las 17:55
6# Enviado por Alberto Cagigas el viernes 8 de febrero de 2013 a las 19:46
7# Enviado por jcaballero el jueves 7 de febrero de 2013 a las 20:16
8# Enviado por Alberto Cagigas el viernes 8 de febrero de 2013 a las 08:25
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