Basado en hechos reales.
María es propietaria de una pyme agroalimentaria leonesa que, en una mañana de tiempo primaveral en pleno invierno mesetario, se dirige ilusionada en su coche a Madrid para firmar un contrato con el que impulsar la facturación de su negocio, lastrado por la coyuntura de una persistente incertidumbre. Más que concentrarse en la conducción, su mente está absorta en los términos de la negociación, ya saben, descuento máximo al que puede llegar, volumen de unidades capaz de producir, plazos de entrega.
De repente, se ve obligada a frenar por el atasco provocado por una tractorada en plena autovía. Pasan los minutos, muchos minutos, y la fila de automóviles no se mueve. Consternada, telefonea a su potencial cliente porque sabe que ya no llegará a tiempo. Para pasar el rato y aminorar su enfado, decide bajar y charlar con alguno de los agricultores.
-María: ¿Esta concentración estaba anunciada? Porque si lo llego a saber, hubiera ido en tren a una reunión que tengo en Madrid.
-El agricultor subido en un imponente tractor: Pues no, es una forma de presionar más al Gobierno para que no se olvide del campo.
-María: ¿Y cuáles son vuestras demandas?
-Agricultor: Muchas, no sabría por dónde empezar. Por ejemplo, el progresivo alza de los costes en nuestras explotaciones, que pone en peligro nuestra rentabilidad.
-María: Te entiendo perfectamente, en nuestro negocio también hemos experimentado una fuerte subida del precio de la energía, de las materias primas, de los salarios, de los impuestos, del transporte y hasta de la financiación externa.
-El agricultor: A este problema hay que añadir el exceso de trámites burocráticos, estamos más pendientes del papeleo que de la cosecha.
-María: No me extraña, a nosotros nos pasa lo mismo, pues estamos abrumados por la sobrerregulación normativa. Para que te hagas una idea, sólo en 2022 a las pymes nos afectaron 849 normas estatales, 340 de las comunidades autónomas y 2.240 comunitarias.
-El agricultor: Ya veo, también estáis jodidos con este tema, pero es que nosotros además debemos de sufrir una competencia desleal por la importación de alimentos de países extracomunitarios a los que no se les exigen las normativas medioambientales y sanitarias que Bruselas nos impone.
-María: Como nos pasa a nosotros. Y no me hables de los euroburócratas de la UE, que tengo un amigo empresario del sector automovilístico que se lamenta de que directrices absurdas redactadas al margen de la industria y del mercado se están cargando la automoción, como la famosa Euro 7 que afecta a los motores.
-Agricultor: Pues sí que están inspirados los señoritos de Bruselas. Otra reclamación que tenemos son más ayudas fiscales para, entre otras cosas, hacer frente a la sequía y facilitar el relevo generacional en el sector, porque a este paso nadie va a querer trabajar en el campo.
Presión fiscal
-María: ¡Uff!, de este tema ni me hables, cada año sufrimos mayor presión fiscal y más inspecciones de los hombres de negro de la Agencia Tributaria. Si hasta estoy pensando en poner un despacho en mi empresa al inspector de Hacienda. La cantidad de tiempo, recursos y dinero que me cuesta todos los años atender sus requerimientos.
-Agricultor: Desde que soy empresario agrícola, tengo la sensación de que evolucionamos de una economía de libre mercado a otra totalmente intervenida. ¿Te ocurre a ti lo mismo?
-María: Eso mismo pienso yo. Por cierto, parece que la caravana de coches ya avanza. Ha sido un placer conocerte e intercambiar impresiones.
-Agricultor: Lo mismo digo. ¿Puedo ayudarte en algo para salir del atasco?
-María: No, gracias, aunque me gustaría pedirte que cuando terminéis las protestas, nos dejarais los tractores a los empresarios para hacer nuestras propias concentraciones, a ver si así también escuchan nuestras reclamaciones y nos dejan de demonizar y vampirizar.
Como casi siempre, Alberto, no puedo estar más que de acuerdo con tus reflexiones.
Tienes una especial habilidad para poner el “dedo en la llaga”.
Bravo por tu valentía! Se echa de menos que haya más iniciativa de los productores para continuar en la cadena de valor y transformar y distribuir. Asistimos a protestas de muchos que quieren hacer lo mismo que sus padres y abuelos obteniendo los mismos rendimientos que los que innovan y arriesgan escalando en la cadena de valor.