Castilla y León se ha convertido por derecho propio en la despensa de España si hablamos de industria agroalimentaria. Desde hace tan sólo unos meses esta alacena incorpora un nuevo y sorprendente producto a sus estantes: la gamba natural. ¿Cómo es posible que en un territorio de interior como la Meseta se críe langostino fresco?
El responsable de que este innovador proyecto sea una realidad es el noruego Bjorn Aspheim, que en 2007 eligió Medina del Campo (Valladolid) para poner en marcha Gamba Natural, la primera granja de Europa de este tipo en la que implementó toda la tecnología adquirida en sus años de trabajo e investigación en EE UU.
“Elegimos esta localidad por su ubicación estratégica desde el punto de vista logístico, así como por el apoyo que recibimos desde un primer momento de la Junta, que acogió la idea con entusiasmo y nos dio múltiples facilidades para instalarnos. Lo que teníamos claro es que debíamos afincarnos en España, pues es el principal consumidor de este marisco en la UE”, asegura el directivo de la empresa, que ha invertido en esta iniciativa más de 7 millones de euros y que inició la comercialización de estos pequeños crustáceos la pasada Navidad “con muy buena aceptación por parte del público”.
Hábitat
Para producir esta especie (litopenaeus vannamei) la compañía ha recreado las condiciones que se dan en su hábitat natural al introducir en las piscinas de las que dispone agua dulce con sal procedente del mar Rojo, que tiene un alto índice de minerales, a una temperatura de 28 grados y utilizar como alimento pienso ecológico elaborado en Bélgica y Francia.
Un factor clave en la calidad de estos crustáceos es también la política ecológica de Gamba Natural, que no emplea contaminantes ni otras sustancias químicas, y que recicla todo el agua que utiliza. “El resultado es un marisco que llama su atención por su color y brillo, que no ha sufrido golpes ni en su captura ni en su traslado y que sorprende por su carnosidad. Algunos expertos lo comparan con el procedente de Vinarós o de Sanlúcar”, puntualiza Aspheim.
Más información en el número de marzo de la revista Castilla y León Económica