Zambullirse en las amplias extensiones de los campos de lavanda de Brihuega (Guadalajara) es abstraerse, durante un aromático paseo, del mundanal ruido que nos estresa diariamente. Flotar entre las alfombras púrpuras de espliego envueltos por frescos aromas florales con matices amaderados calma la mente y serena el espíritu. Y es que los tallos lilas mecidos por el viento del atardecer acunan al visitante cual marea hipnótica. En el ocaso de los largos días de julio -que es el mejor mes para ver esta explosión de color al coincidir con la floración de la planta- los suaves brotes, que acarician a los paseantes, tapizan de violeta la tierra hasta rozar el horizonte.
El ‘jardín de la Alcarria’
El jardín de la Alcarria, como se conoce a esta zona, también lleva el sobrenombre de la Provenza española, por las enormes extensiones de este cultivo que pueden alcanzar las 1.000 hectáreas. Y para conmemorar este modelo productivo de la región, que se ha convertido en un gran atractivo turístico que concita a multitud de visitantes, se celebra el Festival de la Lavanda, con conciertos en las propias plantaciones durante varios fines de semana de julio. Todo un espectáculo de música, color y perfume en plena naturaleza.
Para disfrutar de este regalo de la campiña manchega, nada mejor que alargar la experiencia y pernoctar en la localidad guadalajareña de Brihuega para sumergirse también en su rico pasado histórico, que se remonta a los celtíberos con posterior influencia árabe. Vestigios de su presencia hay claros ejemplos en el casco antiguo del pueblo, como el Castillo De la Peña Bermeja de los siglos X y XI, porque entre otros aspectos apreciaban las abundantes zonas de caza de todo el valle del río Tajuña, que atraviesa la villa. Cristianizado el lugar, tras la toma de Toledo, se construyó una muralla de la que aún se conserva algún tramo y puertas de acceso. Declarado conjunto histórico-artístico, el casco viejo atesora además varias iglesias góticas, el Convento de San José y la Real Fábrica de Paños, uno de los ejemplos más reconocidos de la arquitectura industrial del siglo XVIII de España.
Es en este singular edificio, del que se conserva la casa-fábrica de forma circular preparada para albergar 66 telares y los 2 ramales de prensa y tinte de sus respectivas naves, donde Castilla Termal ha construido, tras una respetuosa rehabilitación, un lujoso hotel con categoría 5 estrellas. Un establecimiento que se unió en septiembre de 2023 a la amplia oferta del grupo, con otro hotel de 5 estrellas en Valbuena de Duero (Valladolid) y otros balnearios en edificios históricos en Olmedo (Valladolid), Burgo de Osma (Soria) y Solares (Cantabria), a los que en breve se sumarán el Palacio de Avellaneda en Peñaranda de Duero (Burgos) y el Monasterio de San Jerónimo de Cotalba, a 8 kilómetros de Gandía (Valencia), con el objetivo de consolidarse como un referente en el turismo de lujo del bienestar.
Sus 78 habitaciones, muchas de ellas distribuidas en las 2 plantas de la rotonda, que en su día conformó la casa-fábrica, se caracterizan por un lujo austero, que impregna las amplias estancias donde se mezcla la madera de sus vigas y la piedra de sus paredes con mobiliario de líneas depuradas y tonos neutros. Los baños modernos y diáfanos resultan cómodos y funcionales. Los lugares comunes como la recepción son espaciosos y luminosos, por la combinación de los techos de vidrio con la arquitectura original.

Jardines versallescos
Sus jardines, de aires versallescos, se decoran de cipreses y parterres, con fuentes, cenadores y miradores a la vega del río Tajuña y a la villa. En este área también se sitúa la piscina exterior infinita y la terraza para comer o cenar al aire libre, que completa la oferta gastronómica de su restaurante la Rotonda ubicado bajo el patio interior que acoge la casa-fábrica, gracias a ser cubierta por una enorme cúpula de cristal, cuya instalación no estuvo exenta de dificultad. En la Rotonda también se sirve un completo y variado desayuno bufé, con repostería local, zumos naturales, fruta, embutidos, lácteos y variedad de platos calientes elaborados en el momento. La carta del restaurante ofrece, en este precioso y luminoso espacio decorado con una barra central en torno a la escultura de un árbol, productos de calidad con especialidades de la cocina mediterránea, como embutido ibérico, cecina de León, torreznos de Soria, ajoblanco con salmonete soasado y steak tartar sobre hueso de tuétano, que se completan con platos a la brasa muy logrados como las chuletillas de cabrito a la teja o la pata de pulpo, entre otros.
Si quiere degustar algún plato de la gastronomía local como el cabrito, hay varias opciones en el pueblo como el Quiosco de la Alameda y Princesa Elima, ambos muy cerca del hotel.
Área de spa
En Castilla Termal Brihuega no podía faltar su importante área de balneario, una de las principales señas de identidad del grupo, donde también cuenta con un gimnasio, y se puede disfrutar de su amplia piscina termal, jacuzzi, piscina exterior y 11 cabinas para tratamientos, duchas Vichy, masajes y programas de bienestar. El lugar ideal para relajarse y culminar una vivencia sensorial integral.