Un diésel más potente para el Mini campero

motor

El Countryman es un Mini que parece haber crecido bajo una varita mágica. Cuatro metros y diez centímetros de largo, más de 1,4 toneladas de peso y cinco puertas. Y además 14,9 centímetros de altura libre respecto al suelo y cuatro ruedas motrices.

Más grande por fuera y por dentro. Gracias a ello dos adultos se pueden instalar confortablemente en su parte posterior, con una distancia libre al techo consecuente y un espacio para las piernas más que correcto. Incluso un tercer pasajero puede instalarse en el centro, pero ya no irá tan cómodo. Esos asientos posteriores se puede desplazar longitudinalmente trece centímetros. Así, el volumen del maletero va de 350 litros hasta  410 litros (aquí el espacio para las piernas se queda reducido al mínimo) ¡Cifras impensables en un Mini!

Los asientos delanteros sujetan bien el cuerpo y se regulan sin problemas para obtener una adecuada postura de conducción. Ante el conductor y su acompañante aparecen las formas inconfundibles del salpicadero de un Mini, pero mejorado gracias a la aparición de plásticos blandos de buen tacto que conviven con otros más duros, de la vieja escuela.

Ágil y divertido

Una de las virtudes que entusiasman del Mini clásico es su carácter ágil y divertido. A pesar del incremento de dimensiones, peso y altura del centro de gravedad, el Countryman no se ha alejado mucho de ese carácter. Y al tiempo se ha ganado comodidad gracias a los recorridos más largos de las suspensiones, que así absorben mejor las irregularidades del suelo.

La versión probada es el recién llegado Cooper SD, que incorpora el nuevo motor diésel de 2 litros turbo con 143 cv que se trasmiten a través de las cuatro ruedas. Es una mecánica que anda mucho (9,4 segundos de 0 a 100  y 200 km/h de velocidad punta) y gasta poco: 4,8 litros de cifra homologada a los 100. Es la versión más aconsejable en cuanto a relación entre prestaciones y consumo, y se impone sin discusión frente al 112 cv que se queda corto.

El Countryman no es un todo terreno, pero sí un Mini que ofrece las mismas posibilidades a nivel de espacio que un compacto tipo VW Golf, por poner un ejemplo. Y con un sistema de tracción que si vamos a la nieve, afrontamos un camino  o simplemente circulamos bajo la lluvia, ofrece un plus de efectividad y seguridad. Y divertido, muy divertido, si bien esta diversión nos costará 32.031 euros.

Artículo de Santiago de Garnica publicado en el número de noviembre de Castilla y León Económica

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